MANUEL HERNÁNDEZ MORALES.
Nació en Los Barrancos de Mácher el 19 de abril de 1932. Asistió a la escuela pública que había en El Volcán en la casa de Juan Cruz Mesa. Su maestro fue don Jesús Corchero Martín. Desde pequeño tenía facilidad para estudiar y para el aprendizaje de latín. Le atrajo ser monaguillo de don Teodoro. Aprovechan do una visita del Obispo para las confirmaciones, realizó las pruebas de acceso y accedió al seminario el 17 de noviembre de 1946, pasando 12 años en el mismo.
Se ordena el 20 de septiembre de 1958 en Teror y canta la primera misa en Tías en la Iglesia de La Candelaria un 5 de octubre de 1958, estando de párroco don José Quintero Bojart. Fue un solemne acto arropado por todos los párrocos de la isla, autoridades, vecinos y familiares, con un templo engalanado acorde con las circunstancias.
Ha sido coadjutor en Santo Domingo y Moya. Ha sido párroco de San Pedro desde 1960 hasta 1983. Ha participado en esos 24 años en la transforma- ción social de La Isleta. Promovió el desarrollo de la iglesia, el club de ancianos y tomó parte en asuntos vecinales como El Confital y el nacimiento de Las Coloradas. A partir de 1983 ha pasado a ser capellán de hospitales y vicario parroquial del Cristo y, desde 1994, ejerce también como misionero itinerante del movimiento “María reina de la paz”, desde donde ha recorrido países como Panamá, Costa Rica, Santo Domingo, Nicaragua, Argentina, Chile, México, El Salvador, Guatemala y otros.
Este incansable sacerdote celebró el 4 de octubre de 2008 sus bodas de oro sacerdotales. Desde que aquel 5 de octubre de 1958 celebrara aquella primera misa en la iglesia de La candelaria de Tías acompa- ñado de los curas de la isla, autoridades del municipio, familiares y amigos, ha celebrado cerca de 8.500 eucaristías y todas las que le queda por celebrar en la viña del Señor como dice don Manuel sonrientemente. La misa aniversario se desarrolló en la Parroquia del Santo Cristo Crucificado de Guanarteme, a las 12,30, al igual que cincuenta años atrás en Tías. El santuario estaba lleno y el jovial don Manuel estuvo pletórico en su brillante homilía.