Historia de la pesca

Publicado: 6 mayo, 2015 en Pesca
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Fuente: El postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda

Historia de la pesca

La historia de los vecinos de Tías que participaron en el gran cambio socioeconómico del municipio, a partir de la década de los setenta del siglo XX, no se podría entender sEmilioin conocer sus orígenes y su pasado como nietos e hijos de agricultores y pescadores. La economía municipal, además de la agricultura, dependía de la actividad pesquera, que empleaba a hombres en las flotillas que faenaban en el frente costero africano, o en la pesca de litoral en barquillos. La pesca también generaba otra actividad comercial asociada, la economía de trueque, desarrollada por las pescaderas que subían hasta el interior del municipio desde el antiguo pueblo de La Tiñosa para intercam- biar pescado por frutos de la tierra.

Cuentan los viejos marineros que desde los 14 años te daban la “matrícula” apta para poder enrolarte en un barco de pesca. El trámite incluía un viaje al Puerto de Arrecife para contactar con cualquier armador, quien, si te daba el visto bueno, también proporcionaba un adelanto para preparar el bulto con la ropa y el colchón, y una pequeña cantidad que se quedaba para la familia en tierra. Esa era la señal de marinero apto para la pesca grande o la pesca chica. En 1958 el salario de un marinero enrolado estaba en unas 500 pesetas al mes. La pesca chica no se extendía más de tres meses. Comenzaba a finales de agosto y se prolongaba hasta finales de septiembre o comienzos de octubre. Se desarrollaba en la costa de Villa Cisneros, Tan Tan, Mauritania… La zafra de la pesca grande duraba alrededor de seis meses en la mar y las capturas eran la corvina, la chacarona y la sama.

El tiñosero, apodo cariñoso que recibía el marTiñosainero de este pueblo, era muy apreciado en las flotillas de balandros, por su dureza y adaptación al medio. Se trabajaba en condiciones difíciles, larga faena comida racionada a base de pescado, potaje, pelotas de gofio, porretos, manzanilla y pasote. El uso del agua potable se hacía ordenadamente a través del pote. El regreso de los marineros a La Tiñosa suponía todo un acontecimiento. Poco a poco iban llegando a tierra, todos estaban para San Felipe Santiago, a finales de julio, siendo esta la razón por la que, a partir de comienzos de los cincuenta, la fiesta del Carmen en esta población marinera se fijó en agosto, para coger en tierra a todos los marinos y celebrar por todo lo alto la zafra.

Pero el marino de La Tiñosa no daba tregua. Al llegar, aprovechando los tres meses escasos de estancia en tierra, unos pocos se dedicaban a la labranza, otros, la mayoría, se echaban a la mar en los pequeños barquillos se dedicaban a la pesca del litoral. Toda la línea costera deltexto municipio ha sido muy rica en cantidad y variedad de especies, existiendo a lo largo de la costa marcas ideales para buenas capturas de sardinas, bogas, samas en verano, pedregal, gueldes, bocinegros en invierno, salmón de noviembre a marzo, congrio, morenas preferentemente en invierno y de noche, la fula, la vieja, la breca y la chopa entran de abril a junio, los jureles entran en mayo, el pulpo preferentemente en septiembre, y el sargo todo el año.

El tiñosero conoce bien el momento y la técnica a emplear, bien a cordel o a chinchorro. Con estas técnicas ya en desuso, desde altas horas de madrugada a remo, vela, y posteriormente con motor, estas pequeñas embarcaciones recorrían todo el litoral, desde el barranco de La Pila hasta Guacimeta.

Con la llegada de las primeras luces del día, los pequeños botes llegaban a la orilla del Varadero con sus capturas, al mismo tiempo que las mujeres bajaban hasta la marea a recoger los peces. Metían el pescado en ceretas y lo cargaban a la cabeza de una forma organizada. Lo transportaban desde La Tiñosa hasta varios puntos del municipio, donde tenían señalados los puestos de venta del pescado. A veces se pagaba en metálico y, otras, por medio del trueque de productos del campo. Estas señoras jugaban un papel importante en la vida del pueblo, por lo que merecen ser citadas, entre otras: Lola Santana, Serafina, Domitila, María, Trina, Eladia, Isabel, Hipólita… Luego vendría la venta a burro, siendo célebre Antonia Pino. Posteriormente, los primeros vendedores de pescado a coche, con su reconocible pita en la puerta de las casas del interior, que fueron renovando las condiciones de este sacrificado oficio.

La Tiñosa, en los cincuenta, también utilizaba sus suelos para la agricultura pese a su escaso valor productivo. La franja de terrenos cercanos al mar, pedregosos, casi eriales, se apuraban para la siembra de cereales, e incluso tomateros. El territorio agrícola en explotación más extenso pertenecía a la familia de Flora Rodríguez López, covecinan 20 hectáreas, que ocupaba desde la zona del Risco, o Catedral de La Tiñosa, hasta La Cancela, donde hoy se encuentran los apartamentos del mismo nombre. Estos terrenos formaban parte del cortijo de su padre y del resto de sus hermanos, que ocupaban desde el Morro de Los Mojones hasta la carretera que sube a Tías. En esos años la entrada y salida natural del pueblo se efectuaba por la vereda que atravesaba su finca, hoy calle Géiser, por la que se tomaba dirección al Varadero, para el lavado de envases, o a la playa de la Pila de La Barrilla, como destino de baño tradicional de los vecinos del interior del municipio.

A finales de los cincuenta se inicia un movimiento especulativo de compra de tierras, de escaso valor productivo, por capitales extranjeros, ayudados por conocedores locales a cambio de altas comisiones. Esto origina que ya en 1961, sin cambiar de nombre todavía el pueblo, una sola empresa lograra la propiedad de 373 hectáreas de costa, según datos de Ezequiel A. Rodríguez. La familia de Flora no permaneció al margen de la novedosa operación de acopio de suelo liderada por foráneos, y realizó sendas ventas por esas mismas fechas, las primeras a cinco pesetas el metro cuadrado y las posteriores a quince pesetas. ¿Cuál sería el valor actual de la propiedad?
Igual que el agricultor sabía los secretos de la tierra, los marineros de La Tiñosa conocían palmo a palmo el litoral del municipio. Estos puntos singulares de la costa se fijaban como referencia en sus labores de faena y los enumeramos deoeste a este:

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