Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
De 1775 data la bodega El Grifo, con una superficie de viñedos cercana a las 70 hectáreas en La Florida. Según datos recogidos en su propio museo, se puede afirmar que es la bodega más antigua de Lanzarote y de Canarias.
Por su parte, la familia Fajardo era poseedora en esta zona de dos grandes bodegas. Una de ellas estaba situada en el corazón de Masdache, junto al camino del Mentidero, donde poseían grandes extensiones de viñedos que pertenecieron a la Gran Hacienda de Masdache.
En la actualidad, esta bodega sigue siendo propiedad de la familia Fajardo, mientras que, en el resto de la finca segregada, la familia Martinón ha establecido su bodega.
La otra gran bodega de la familia Fajardo estaba localizada en la inmejorable zona de La Geria, en el municipio de Yaiza. La casa, de 11 habitaciones en dos plantas, bodega y unas 850 fanegadas de parras, fue heredada por Diego de Laguna en septiembre de 1711. Esta propiedad pasó a manos de una hermana que estaba casada con un miembro de la familia Lara. La casa resistió a las erupciones de 1730 al 1736. Esta propiedad, en el siglo XIX estuvo arrendada durante muchos años a Mateo Monfort, quien se resiste a devolverla a la familia Lara, aprovechando las dificultades que Juan de Lara tenía para hacerse con el control del mayorazgo. Al fallecer el cura Lara, la propiedad pasa a la familia Fajardo.
Esta bodega, que ha resistido más de tres siglos y varias rehabilitaciones, fue adquirida en 1979 por el vecino de Tías Germán López Figueras. A partir de esa fecha comenzó una minuciosa labor de restauración, combinando el más escrupuloso respeto a los materiales originales con la introducción de las últimas tecnologías para la elaboración de los vinos, haciendo realidad la irrupción de Bodegas Rubicón, nombre comercial de la bodega.
Frente a la bodega de Los Fajardos, actual bodega Rubicón, la familia Rijo era poseedora de una gran extensión de vides, unas veinte hectáreas que se extienden desde las laderas de la montaña del Chupadero hasta Diama. En ellas se construye, en torno al año 1895, una bodega junto a la casa y detrás de la ermita de la Caridad.
Durante gran parte del siglo XX la propiedad la explota el vecino de Teguise Severino Bethencourt. A finales de los setenta, la bodega, y parte de la finca, es adquirida por la familia González Mota. En 1991 estas propiedades son adquiridas por la familia Melián, quienes reactivan la marca comercial de Bodegas La Geria.
Las bodegas de la familia Pereyra fueron, sin duda, las de mayor relevancia a principios del siglo XX, tanto por la cantidad de hectáreas de viñedos en producción como por los extraordinarios y estratégicos lagares de producción de mosto y por las espectaculares salas de barricas en sus bodegas de almacenamiento, con miles de pipas de vino, que estaban localizadas en la calle Real de Arrecife y en otras vías aledañas.
José Pereyra de Armas, que era poseedor de grandes haciendas, cortijos e inmejorables extensiones de viñedos, propició que su hijo José Pereyra Galviaty (1881-1940) estudiara enología en la ciudad de Montpellier (Francia). A su regreso le encarga la dirección de la construcción de lagares y almacenes para bodega en Las Vegas, junto a la ermita del Sagrado Corazón de Jesús, en Tegoyo (Conil). José Pereyra Galviaty, además de enólogo, fue real académico de ciencias, y gran enciclopedista.
Debido a lo extenso y disperso de la propiedad, la familia utilizaba para la vendimia tres lagares: el de Bilbao, en el camino del mismo nombre en las cercanías del Barranco del Obispo, hoy propiedad de la familia Martinón; el lagar de Juan Bello; y el de Las Vegas, hoy propiedad de Juan Fernando Díaz Pereyra.
Decenas de camellos transportaban las cajas de uvas para el lagar, donde se procedía a la pisa. El mosto también se transportaba en barricas a lomos de camellos hacia las bodegas situadas en Arrecife. Verdaderas caravanas de camellos bajaban desde Las Vegas hasta las bodegas de Arrecife.
En el pueblo de Tías fue muy célebre la bodega de Camilo Fajardo Bermúdez. Camilo poseía cerca de 10 hectáreas de viñedos en Masdache. El lagar y la bodega estaban en Tías, siendo conocidas las instalaciones como la bodega de Don Camilo o la bodega del Puente.
Esta propiedad vinícola, actualmente perteneciente a Víctor Díaz Díaz, se ha convertido desde 2009 en una bodega ultramoderna, en pleno centro urbano de Tías, perfectamente adaptada en una calle del centro del Pavón, en los sótanos de una zona residencial. Su nombre comercial es Bodegas Vulcano Lanzarote y utiliza la misma uva malvasía volcánica que cien años atrás utilizara Camilo Fajardo.
Esta pequeña bodega urbana comercializa todas las variedades de malvasía volcánico, así como la variedad del “dulce moscatel”. Se realiza con la fórmula ancestral que ha perdurado durante tantas generaciones.
A finales de los años sesenta del siglo XX, a mitad de camino entre Mácher y La Asomada, José de Páiz Pereyra construye lagar y bodega, centrando en esta zona la actividad que anteriormente su familia realizaba en Las Vegas.
En esta misma infraestructura, en 1997, su hijo Nicolás de Páiz, junto a Cándido Reguera, Eduardo Martinón, Juan Cabrera y Lalo Pacheco, crean la bodega Castillo de Guanapay.
En Mácher adquiere cierta relevancia la bodega de Juan Rodríguez Romero, que disponía además de una tienda de ultramarinos en funcionamiento hasta el año 1954. La bodega pasó a manos de su hijo César Rodríguez Cabrera.
En el Barranco del Quíquere también se registró una pequeña bodega, perteneciente a Juan Bermúdez Lemes, quien también conservó vino en unos almacenes en El Varadero de La Tiñosa.
Por último, citar, en este recorrido por las bodegas de antaño, otras localizadas en Masdache: la de Testeyna, propiedad de Antonio Díaz Bethencourt; la bodega de los Quintana, la de Barreto y la de los Bermejos.
Bodega de Antonio Suárez
Antonio Suárez nació en pleno corazón de La Geria, al pie de la montaña de Diama, a escasos metros donde más tarde construiría su bodega. Antonio nació y murió entre parras. Se puede afirmar que Antonio Suárez fue el pionero en la venta de vinos en La Geria a los turistas que transitaban por la carretera del centro desde finales de los sesenta. Pero sería en 1973 cuando abrió un establecimiento propiamente indicado para la venta a los turistas de las guaguas que pasaban por la carretera, previo acuerdo con los guías turísticos. Cada botella se vendía a unas 5 pesetas. Para el mercado local las botellas eran reutilizadas y rellenadas con vino de barrica. A partir de esa fecha las guaguas pasaban por este punto obligado de La Geria a tomar vino. Durante muchos años ejerció esta actividad en solitario, vendiendo una media cercana a las 200 botellas diarias, hasta que comenzaron a proliferar en la zona otras bodegas de venta directa al turista.
Vinos de importación
El empresario natural del pueblo de Mácher, Antonio Cabrera Lemes, junto a otros, aprovechan la coyuntura de la falta de uniformidad en la producción de vinos y la fuerte demanda planteada a mediados de los setenta, para recurrir a la importación de vinos peninsulares a granel. Desde sus establecimientos ponen en circulación en el mercado insular miles de hectolitros en cubas procedentes desde la Península.