Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
Para la guarda y custodia de las fincas, evitar robos en hortalizas y frutas de la época, evitar que el ganado se introduzca en lo sembrado… los ayuntamientos nombraban a un guarda jurado. Este portaba un correaje con una chapa, una lata y un saco o zurrón para recorrer y evitar con su presencia que no se cometiesen hurtos. En la época de uvas, peras, higos de higuera, higos indios, o higos de tunera se intensificaba el servicio, ampliando también el cuidado a los paseros.
Todos estos bienes contaban con un gran valor en la época. El árbol se barría con un baleo y el guarda dejaba constancia de su paso con una señal de la cruz en la arena y un mojón. Los campesinos contribuían con pago en especie al guarda por su labor. Vicente Hernández y Julio de Ganzo fueron los últimos guardas que patearon las vides y frutales del municipio de Tías.