Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
En todas las familias del campo, las mujeres confeccionaban las rosetas canarias, por tradición de abuelas a madres e hijas, esta actividad constituía una pequeña ayuda a la economí doméstica.
Cualquier momento del día, sola o acompañadas, de tertulia, cuidando a los hijos, haciendo el puchero, oyendo la novela en la radio; la mujer con sutil habilidad empuñan “la pelota”, aguja, cruzando los hilos y enganchándolas en los alfileres y así ir dando forma a la roseta sencilla pequeña o a la roseta grande. Se van depositando con mucho esmero en “la caja de las rosetas” hasta la recogida por parte del intermediario.
Las abuelas, con su experiencia e infinita paciencia, además de la confección de la roseta, las unen y configuran, tapetes, encajes, manteles colchas y las prendas íntimas para el ajuar de las novias.