Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
Antes de llegar el piche a las carreteras, éstas eran de tierra. El Estado, para su conservación, crea la figura de los peones camineros. A su paso por Tías, la Carretera General de Arrecife a Playa Blanca disponía de dos casas para el caminero, conocida cada una como “la casilla del caminero”. La primera se encontraba en plenas cuestas de Tías, antes de llegar a las casas de Cedrés. La segunda se ubicaba en Mácher, en el kilómetro 13, frente a la actual iglesia.
Ambas han desaparecido como consecuencia del ensanchamiento de la carretera. En ambas vivieron muchos de los peones camineros del pueblo. La casilla de Tías la habitó el peón caminero Pepe Montelongo, así como, en otro momento, Juan Robayna, que también ejerció de peón de caminero y tenía asignado un trozo de la Carretera General a su paso por el pueblo de Tías. De las carreteras del Cabildo, de Tías a Puerto del Carmen, de Tías a Conil, y de Tías a San Bartolomé, lo hacían los peones camineros operarios del Cabildo, Emiliano Morín y Domingo Delgado. La casilla del caminero de Mácher la habitaron Juan Montelongo (padre), y luego le sucede su hijo Juan. Los peones camineros tenían el cometido diario de adecentar un trozo de carretera, arreglar los baches, recebar, limpiar las cunetas y ayudar en caso de algún incidente en la carretera. A finales de los sesenta, con la llegada del asfalto, el Ministerio del sector reconvierte a estos trabajadores.