Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
El número de habitantes no permitía a Tías disponer de un médico en exclusiva y, por esta razón, compartía profesional de la medicina con el municipio de San Bartolomé. Uno de estos médicos, que tomó posesión en torno a 1934, fue don Francisco Perdomo Spínola, conocido popularmente como don Pancho el Médico. Este doctor, nacido en la isla, se formó en Cádiz, ciudad donde existía Facultad de Medicina, y, fundamentalmente, porque suponía el punto más cómodo para conectarse con Canarias en barco. El joven Francisco no había terminado la carrera cuando se le presentó una dificultad que puso en juego la continuidad de sus estudios universitarios.
Un día fue sorprendido por una noticia procedente de la familia en la que se le informaba que debía regresar a la isla por motivos económicos. Comunica esta situación al paisano y compañero de clase Miguel Ramos, ingeniero de minas y estudiante tardío de Medicina, el cual le propuso que no abandonara Cádiz, ya que él le sufragaría el resto de la carrera, permitiendo pagar a Francisco cuando pudiera. Don Pancho acepta aquella generosa ayuda de 3.000 pesetas y no le defrauda. En cuatro años concluye los estudios de Medicina, y tiene incluso la ocasión de visitar al prestigioso doctor Gregorio Marañón. De regreso a su isla natal, con 23 años de edad, toma posesión como médico de Asistencia Pública Domi- ciliaria (APD) de los municipios de Tías y San Bartolomé en 1934 y, posteriormente, logra plaza en Arrecife, siendo médico en el Hospital del Cabildo Insular, institución en la que llega a ser director.
De su paso como médico de Tías se guardan muchos recuerdos, como la imagen de don Pancho conduciendo su Ford 4 de camino al dispensario de Tías, ubicado en las inmediaciones del viejo Ayun- tamiento, en la Carretera General, aún sin asfaltar, y con uno de sus perros de caza corriendo detrás del coche en tiempos de entreno. Las enfermedades que azotaron en la época, como la lepra, la tuberculosis y la sarna, representaron un gran desafío para este profesional, que hubo de afrontarlo con los medios al alcance y con la generosidad que le asistía y la ayuda de la penicilina que había introducido en Lanzarote el doctor José Molina Orosa, del cual don Pancho era discípulo, amigo y colaborador en el empleo de las nuevas técnicas.
En Tías don Pancho asistió a muchos partos, y entre las variadas funciones que debía desempeñar en su puesto se encontraba trabajar en campañas preventivas de desnutrición infantil, en las que figuraba el aporte de leche en polvo en las escasas escuelas del municipio. Su inquietud y espíritu de servicio le llevó a entrar en el partido de izquierda republicano de Azaña, que en la isla lideraba don Rafael Medina, quien logró la alcaldía de Arrecife con Francisco Perdomo de número dos. Con la caída de la República y la instauración de la Dictadura, don Pancho fue represaliado y apartado de las funciones de médico en Tías por su pasado republicano. El doctor Perdomo vio como le suspendían de funciones, le precintaban parte de su casa y le obligaban a estar en su domicilio a las 8 de la tarde. Si tenía que salir para asistir a algún enfermo, ya que aunque no ejerciera oficialmente atendía voluntariamente a quien se lo pedía, tenía que ser acompañado de un guardia. Afortunadamente, fue restituido según Orden del Gobierno Civil, a petición de acuerdo plenario del Ayuntamiento inspirado por un Decreto del alcalde Juan Cabrera Mesa, el mismo que había tenido que justificar el cese forzoso. A este médico, en lo que respecta a su afición a la caza, se le debe la introducción en Lanzarote del perro perdiguero inglés.
Le gustaba el tiro al plato y la lectura. Todos los domingos le traía los siete ABC de la semana de su suscripción a su amigo Mamerto Rodríguez, que residía en la curva de Los Topes y que había sido alcalde de Tías en el periodo republicano.