Benigno Díaz Mesa

Publicado: 10 mayo, 2015 en Benigno

Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz SepúlvedaBenigno-1

La vida de Benigno Díaz Mesa reúne las características de un vecino ejemplar del municipio, dedicado al cuidado del patrimonio histórico, concretado en el cuidado y mejora de la Iglesia de la Virgen de Nuestra Señora de La Candelaria, y al desarrollo cultural de su comunidad a través de la música. Nacido y educado junto a la Iglesia de La Candelaria, practicante religioso consumado, reivindicativo, restaurador, músico, mantenedor de tradiciones, y, sobre todo, “melómano y sentimental”, como lo definiera la Agrupación Musical El Pavón, son señas que amplían el retrato de este vecino.

Tal vez fuese un revés importante sufrido en su vida la causa que obligó a Benigno a “refugiarse” física y espiritualmente en el Santuario de la Virgen de Nuestra Señora de la Candelaria, y dedicar sus fuerzas a la mejora del templo en todos sus aspectos.

Esta historia se remonta al año de 1976, justo veinte años antes de la celebración del Bicentenario de la fundación de la Parroquia. El templo se encontraba en avanzado estado de deterioro, fruto del abandono, el paso del tiempo y, sobre todo, de la concentración de esfuerzos y atenciones en la nueva iglesia, puesta en servicio hacía poco, abajo, en la Carretera General. Benigno Díaz Mesa, empleado de banca, junto con su inseparable amigo Lázaro Martín, carpintero, comenzaron una labor encomiable de restauración minuciosa y mantenimiento exquisito, convirtiéndose en custodios de la propiedad del antiguo santuario. El propio Benigno recuerda con humor que algunos le criticaban por haberse apropiado del templo. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que a ellos se les debe el mérito de que esta iglesia, junto con el cementerio y su entorno, fuesen catalogados posteriormente como Bien de Interés Cultural, máxima figura de protección en el conjunto del catálogo de patrimonio.Rancho de Pascua - copia_Página_03

El trabajo en la iglesia fue constante, tarde tras tarde, con noches incluidas. Pacientemente, los retablos fueron pintados, así como la sacristía nueva y la vieja. Fueron ordenados y clasificados todos sus enseres de alto valor, techos, coros, altares, santos y hasta muros. Mucha lija y barniz. Altas dosis de paciencia, callada y desinteresada. Benigno y Lázaro, en algunas ocasiones, recurrían a solicitar donativos a los vecinos de Las Cuestas para poder sufragar los gastos de los materiales. Su entrega en el empeño por el rescate de este patrimonio les llevó a implicarse en empresas mayores, como solicitar al Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo la restauración integral del techo.

También resultó encomiable por parte de este vecino su implicación para solicitar la reparación del armonio de la iglesia. El templo de la Virgen de Candelaria dispone de un armonio, órgano pequeño, de la marca Christopher Etienne, de París, adquirido en el siglo XIX. Se encontraba afectado por unas averías en teclados y fuelles, por lo que era necesario ejecutar unos trabajos de reparación valorados en 149.500 pesetas. Esta petición fue atendida por el ayuntamiento de Tías. Pero la acción más importante, la que Benigno reconoce como su gran deseo convertido en realidad, fue la ejecución de las obras de la Plaza de La Candelaria. Originalmente, aparte del cementerio y de la propia iglesia, estaban faltos de un conjunto de cierre complementario: una plaza.

Corría el año 1978 y ya se habían subsanado algunos detalles importantes de mantenimiento de la ermita, cuando Benigno busca entre todos los vecinos de Las Cuestas apoyos y firmas de documentos solicitando la obra de la Plaza de la iglesia, tanto en el Cabildo como en el Ayuntamiento, donde era alcalde Manuel Borges, en los días previos a la Dermitaemocracia. La Parroquia era atendida por el cura Jesús Vega. En mayo de ese año, el artista Luis Ibáñez, vecino residente en el Lugar de Abajo y activo colaborador de César Manrique en esa década, entrega a Benigno un croquis con todo el diseño pormenorizado indicando cómo acometer la obra de la plaza, respetando las características del entorno. Los trabajos, bajo la supervisión de Ibáñez y la ejecución del contratista Guillermo Sicilia, son sufragados por el Ayuntamiento y finalizan el 22 de agosto de 1981, fecha en la que se procede a la plantación de las primeras plantas. Así se materializó una intervención fundamental para realzar un conjunto de alto valor etnográfico para el municipio, donde se conjugan la arquitectura funeraria, religiosa y funcional, en un entorno paisajístico único.

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