El cine en Tías

Publicado: 10 mayo, 2015 en Cine

Fuente: El Postigo de TíasGalería
Por Juan Cruz Sepúlveda

El cine en TíasPaquito

Cerrado definitivamente su primera actividad económica, el molino de gofio, en 1964, el promotor del cine en Tías decide construir el primer salón de cine. El patio de butacas disponía de un aforo para cien espectadores, que se ampliaba en los días de estreno con sillas especiales. La sala se bautizó con el nombre de Cine Luz Tías. Esta empresa familiar sostuvo una fuerte rivalidad con el Cine Parroquial del cura don José.


Este llegó hasta utilizar el púlpito para realizar las pertinentes recomendaciones a los feligreses para que no acudiesen a las pecaminosas películas de “3 R”, catalogadas así por su contenido sexual o violento.

La familia Rodríguez Bermúdez efectuaban todas las funciones que implicaba el funcionamiento de un cine: limpieza de locales, montar salas, repartir publicidad en cartelería de pizarra o en papel, confeccionar los affiches, repasar las cintas, transportar motor y máquinas, operador, cobrador, acomodador, etc. Esta polivalencia era asumida principalmente por el hijo menor, Francisco Rodríguez (Paquito el Canario), sobre el cual recaía la coordinación de las variadas funciones de cine en los diferentes pueblos. En Tías, jueves, sábado y domingo. En La Tiñosa, lunes, miércoles, viernes y domingos. En Mácher, sábados. Y en Uga, jueves, sábados y domingos.

La sala de Puerto del Carmen, que entraría en funcionamiento en 1969, aparte de cine, sirvió en ocasiones puntuales y por fechas señaladas como pista de bailes con orquesta, y, poproyectorsteriormente, con el despegue turístico de la isla, también funcionó como sala de proyecciones de diapositivas del paisaje de Lanzarote para turistas, a quienes se les premiaba su interés por la actividad con una sangría.

Cada sesión cinematográfica estaba precedida por la música de disco que realizaba el efecto llamada a los espectadores. Luego, tres bajadas de palanca indicaban que la sesión iba a comenzar. Algunas veces se terminaba en llantos porque había muerto el más guapo, otras veces se acababa en aplausos después de que el fulano acabara con el malvado. Alguna vez un grupo de espectadores corrieron hacia un lado de la sala ya que se les venia encima una diligencia y varios caballos.

En una ocasión, en Mácher, un camión se introducía en la pantalla mientras el público disfrutaba de una película del Oeste con mucha acción. Son anécdotas inolvidables, que se reviven con frecuencia en las conversaciones de varias generaciones, y que muestran el gran impacto que provocó un invento tan grande y extraordinario como el cine en la década de los años sesenta y setenta del siglo XX, en la sociedad rural de entonces del municipio de Tías.

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