Corrían los años ochenta cuando la zona turística de Puerto del Carmen experimentó un segundo boom del turismo, que en su ascenso elevó también a sectores como el de la construcción y servicios. Este auge económico atrajo hasta nuestra isla a personas en busca de un futuro prometedor, emprendedores y trabajadores, que se ven atraídos por las oportunidades que ofrecía el turismo en este punto de la isla.
Nuestro municipio, primer destino turístico insular, se convirtió en un destino preferente a nivel europeo, recibiendo cada año cientos de miles de turistas que venían a disfru- tar de nuestras playas y nuestro sol. La población se incrementó de un modo meteórico. La demanda de mano de obra para la construcción de los diferentes establecimientos alojativos y los distintos empleos en el sector servicios en general fue atendida por personas de diferentes puntos de la geografía nacional. Por lo tanto, este aumento de población, la rapidez del cambio y la falta de previsión dejó en evidencia la insuficiencia de todos los servicios públicos y, en particular, la seguridad.
España vive momentos de incertidumbre a comienzos de los noventa. Finaliza un ciclo de boom económico, con la celebración en 1992 de dos grandes eventos mundiales, la Exposición Universal en Sevilla y las Olimpiadas en Barcelona en el mismo año. Estos acontecimientos, unidos a la constante amenaza terrorista de ETA, marcan el devenir de un país que, irremediablemente, cae en la crisis y se dispara el consumo de drogas y la actividad delictiva. En Lanzarote irrumpe con fuerza la heroína. Los heroinómanos empezaron a llegar a la isla atraídos por el auge económico y el buen clima, comenzando a extenderse esa droga entre la juventud local. El aumento de hechos delictivos y de fechorías en la costa turística del municipio se incrementó exponencialmente.
El cuartel de la Guardia Civil de Puerto del Carmen, que había entra- do en funcionamiento en julio de 1981, comandado por el brigada Pablo Carrasco, con apenas una docena de guardias. Tías debía hacer frente a un gran número de denuncias por delitos, hasta tal punto que se recogían en este puesto más atestados que en comandancias enteras a nivel nacional.
Para paliar el desfase en seguridad, el Ayuntamiento recurre a incorporar efectivos policiales. Así, de los tres guardias históricos, Rafael, Fefo y Paco, apenas en una década, en los noventa, la Policía Municipal de Tías pasó a contar con una plantilla de cincuenta agentes, que con mucha voluntad y esfuerzo contra la delincuencia, así como en la dedicación a la gestión del tráfico, obras y nuevas ordenanzas, pasó a ser una policía municipal de referencia, ganándose la estima y buena valoración por parte de los medios de comunicación y de la sociedad en general. Sin su aportación, la evolución de la zona turística se hubiese resentido.