Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
Reconocido como un personaje carismático y especial, ligado a la vida social y política del municipio, con variadas ocupaciones profesionales en su haber, como transportista, exportador y taxista, ha sido sin embargo su dedicación al cargo de Juez de Paz del municipio la actividad que más le ha distinguido. Desempeñó esta función durante 25 años hasta su jubilación, lo que le llevó a ser reconocido como el decano de los jueces de paz de la isla.
Manuel Reyes Fontes nace en Tías en el Lugar de Arriba. De pequeño asiste a la escuela de don Moisés González, en la sede del Ayuntamiento. Ayuda en las labores domésticas de la casa, entre las que se encuentra el cuidado de las cabras. Consigue su primer trabajo de peón cargando a pala camiones de tierra con destino a la obra de construcción del nuevo cementerio. El sueldo era de 15 pesetas diarias. Luego, conseguirá mejor empleo y sueldo (17,5 pesetas) en Hidrocivil, empresa adjudicataria del muelle de Los Mármoles. A finales de los cincuenta, siguiendo los pasos de sus hermanos, intenta emigrar a Venezuela en 1958, atraído por la suerte de los indianos que volvían con buenas fortunas. Prepara los papeles y hasta el flete, pero justo en ese año Venezuela cierra las puertas a la inmigración. Mejor suerte había conseguido el también vecino de Tías Carmelo Cedrés, que, por unos días, logra la salida para América.
Tras el intento fallido de emigrar, y dada la difícil situación económica del pueblo y de la isla en general, su inquietud y pericia le lleva a probar con algún negocio con- sistente en importar papas y otras frutas desde la isla de Tenerife, y a empaquetar algún tomate para exportar. Junto con un socio, consigue hacerse con un pequeño camión Commer Rooter, de 4,5 toneladas, distinguible por un ruido muy peculiar. A comienzos de los años sesenta trabaja con el camión, ayudado de una pequeña pala cargadora David Br, para extraer el polvillo de las tierras y la preparación de los enarenados, muy en auge por esa época para el cultivo de tomates y de cebollas. El último tramo de su vida profesional la desarrolla como taxista en el municipio de Yaiza.
En 1966 Manolo da el salto a la vida pública y entra en política como concejal por el Tercio Sindical, siendo alcalde Antonio Díaz Bermúdez, en plena etapa franquista, donde los ediles se designaban por periodos de seis años. Por aquella época, Manolo tuvo como compañeros en el Consistorio a Evaristo Ferrer, César Rodríguez, Manuel Curbelo, Manuel Borges, Emilio Bermúdez, José Hernández Bonilla, Francisco Cejudo, Raimundo García, Juan Toledo y otros. Ostentó la Concejalía de Hacienda y, en tiempos del alcalde Juan María Perdomo, llegó a ser primer teniente de alcalde. De su etapa como político, Manolo recuerda la situación más compro- metida. Se produjo con la creación del “Muro de la Vergüenza”, trasera de Bajamar, donde se intentaba poner límite a la urbanización turística con el pueblo de La Tiñosa.
Manolo también fue directivo de la Sociedad Unión Sur, cuando era presidente Domingo Ferrer. Luego llegó a ostentar la presidencia en la Sociedad Vieja y, posteriormente, sería de nuevo presidente en la nueva Sociedad, en el periodo intermedio entre José Ferrer y Domingo Curbelo.
Manolo llega al cargo de Juez de Paz el 12 de junio de 1981, en sustitución de José Hernández Aparicio, a quién curiosamente también le había reemplazado en el cargo de concejal tiempo atrás.
Los primeros datos que se tienen del Juzgado de Paz del municipio de Tías datan del año 1871 y se reseña como primer Juez de Paz a Francisco Fajardo Morales. Manolo hacía el número veintiocho de los que se citan. La sede del Juzgado de Paz va aparejada a los múltiples lugares que ocupó el Ayuntamiento y a las propias casas de los jueces de paz.
Los juicios de faltas cometidos por los vecinos, asuntos de linderos, daños producidos por el ganado, robos… son asuntos del pasado. Los libros de familia, bodas, partidas de nacimiento, partidas de defunción, exhortos, fe de vida… son las ocupaciones más frecuentes del presente que acomete el juez de paz, y por las que, todos los días, puntualmente, a la una de la tarde, visitaba el juzgado y despachaba con los funcionarios.
Pero Manolo no sólo se quedó en el ámbito local de la judicatura, y cada vez que se desplaza a la isla la Sala, Manolo hace de anfitrión y guía de su estancia. En sus visitas a Gran Canaria no deja de visitar el Palacio de Justicia y departir con jueces y magistrados. También ha sido precursor de los encuentros de jueces de paz por islas. Su actividad en este campo le valió el reconocimiento con la medalla de la Orden de San Raimundo de Peñafort, premio a los años de servicio sin nota desfavorable que se concede a los que desempeñan profesiones jurídicas.