Fuente: La lucha canaria «Lo Nuestro»
Por Bernardo Bravo Marín
Manuel Cabrera Rodríguez, Pollo de Tías
Este joven de 1,83 metros de estatura y ochenta y cuatro kilos de peso, nació en Tías el doce de septiembre de 1932. En ese mismo pueblo fue bautizado, actuando de padrino el legendario luchador de Los Valles, Mamerto Pérez Betancort, que también le transmitió sus dotes de luchador.
Descendía de un linaje de luchadores al que pertenecían, además de su padrino y tío de su madre, los tres hermanos de ésta: Mamerto, Ulpiano y Nemesio Rodríguez Pérez.
Sus inicios en la lucha fueron como el de casi todos los de su época, detrás de una tapia y sin la autorización de su padre que nunca vio con buenos ojos que practicara la lucha. En muchas ocasiones estuvo asesorado por personas entendidas que le enseñaron la colocación y las diversas formas de ejecución que tiene este deporte.
Con sólo trece años ya tenía el peso y estatura que luego pasearía por los terreros. Uno de sus más queridos recuerdos es el de aquella luchada en Mácher (Tías) contra el equipo del Puerto, en la que tiró a once contrarios. El equipo de Tías estaba formado en aquellos años por muchachos muy jóvenes entre los que estaban: Julio Aparicio, Santiago Calero, Manolo Sánchez, Ramón López y algunos más.
Al poco tiempo y debido a sus rápidos progresos lo contrató por mediación de Fefo Rodríguez, el equipo de «Los Majos» de Arrecife, con los que participó en varias luchadas. De estas luchadas recuerda el desafío que tuvo en Femés con Román Betancort Rodríguez (por aquella época «Pollo de Haría») al que ganó con facilidad. Cuando él llegó a este equipo, en «Los Majos» militaban Fefo Rodríguez Cabrera y sus hermanos Pedro y Alfredo, Tolo Arroyo, Domingo Eugenio, Felipe Barrera y algunos luchadores más. Los enfrentamientos se llevaban a cabo contra los equipos de Tao, El Norte y el nuevo equipo que se formó en Arrecife, con el nombre de «Los Guanches» al que pertenecían Chano Brito Bermúdez, Marcial Cabrera y Cristín Feo Barreto.
Poco tiempo después Francisco Marrero Gutiérrez (Camurria) lo vio luchar, gustándole tanto sus maneras que se lo llevó al «Tinguaro» de Tenerife, conocido como el «Real Madrid» de la lucha canaria por la magnitud de sus fichajes y cuyo presidente era don Imeldo Bello. Dos años permaneció Manuel Cabrera en este equipo dedicado exclusivamente a la lucha, logrando junto a sus otros componentes, Cándido Matoso García (Pollo de Doramas), Vicente Perdomo o Avelino Delgado (Pollo de San Andrés), proclamarse campeón de Tenerife.
«El Pollo de Tías» no era hombre muy regular en los terreros, una tarde tiraba a todos sus contrincantes y a la siguiente caía de la forma más inverosímil. Unos opinaban que esto se debía al miedo y otros a que, para él, la lucha era sólo un entretenimiento.
Uno de los desafíos que más lo marcó fue el que, de muy joven, sostuvo con el campeón de Tenerife, José Pérez Picar (Pollo de Las Mercedes), al que venció en el antiguo estadio de Arrecife, dándole las tres seguidas. Unos empresarios le habían llamado para que, junto con el «Pollo de Arrecife», reforzase una selección de Lanzarote contra otra de Tenerife. Le pagaban mil quinientas pesetas aparte de los gastos, con la condición de que, si quedaba finalista con el de «Las Mercedes», tenía que «pegar un desafío». Así ocurrió y el de Arrecife salió victorioso por lo que los aficionados le obsequiaron generosamente. Recuerda que el ilustre abogado de Arrecife, don José de Páiz García le dio cinco duros, cuando lo normal era recibir una peseta o, como mucho, un duro.
Otro desafío de este gran luchador, que con apenas dieciséis años no quiso fichar con ningún otro club, tuvo lugar en unas fiestas de San Ginés, contra Heraclio Niz Mesa (Pollo de Arrecife). Quedaron igualados uno a uno y después dos a dos pero, finalmente, el de Tías logró vencer al del Puerto. Para muchos aficionados este desafío ha sido el mejor que han visto nunca, pues ambos luchadores fueron a por todas y dieron todo en la arena.
A partir de esta época Manolo Cabrera sólo realizó alguna luchada suelta. Su preparación no era ya la adecuada, como se demostró en Tías en 1960, cuando al enfrentarse al «Pollo de Arrecife», sucumbió lastimosamente; sin embargo éste señaló que Manolo había sido el mejor luchador al que se había enfrentado. También sucumbió ante un luchador de mucha menos categoría que la suya, un luchador establecido en Máguez, llamado Manuel González (El Herreño), con el agravante de que fue la única vez que su padre, que se oponía a que practicase la lucha, había ido a verle.
De todas formas Manolo Cabrera dejó para el recuerdo grandes tardes. Pasará mucho tiempo antes de que su pueblo tenga un luchador de sus conocimientos y que sepa defender a Tías cuna de grandes luchadores, como él lo hizo.