Pregón de La Asomada 2016

Publicado: 11 junio, 2015 en Pregones de La Asomada

Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez

Pregón de las Fiestas de San José Obrero
La Aasomada   2016
Por: Teresa Betancor Ramos

Mis recuerdos..Teresa Betancor 2016

Buenas noches, soy Teresita Betancort Ramos. Mis padres tuvieron 15 hijos y yo soy la segunda. Me casé con 21 años con Nardo y tengo 3 hijas, 3 yernos, 5 nietos y 1 nieta.

Pido disculpas si digo alguna palabra mal dicha pero en mi infancia no pude estudiar porque tenía que ayudar a mi madre con mis hermanos y hermanas, iba a clase sólo 2 días por semana y al cumplir 12 años tuve que dejar la escuela a pesar de que la profesora habló con mis padres para que continuara, pero tenía que ayudar mucho en casa y no pudo ser.

Como éramos tantos nos daban una ayuda a dos de los hijos para estudios. Vinieron los inspectores y fui a coger el traje que tenía tendido en la arena, antes no había tendedero y tendíamos en el arenado. En esa época sólo tenía dos trajes, uno para salir de cuadritos verdes que me hizo Juana y el otro rotito para estar en casa, pero el traje nuevo no estaba, se lo habían llevado los perros y tuve que llevar el traje roto agarrado por la cintura para que no se me cayera. Hoy tenemos 20 vestidos y no sabemos cual ponernos y nos parece poco.

Recuerdo que con 10 años nos reuníamos los domingos en casa de alguna amiga, pero si iba a las 4 de la tarde a las 6 ya tenía que estar de vuelta porque debía ayudar a mi madre con los chicos.

Un domingo fuimos a casa de Mª Imperio y su madre Peregrina nos amasó gofio con aceite y azúcar para merendar. ¡Qué bueno estaba! Eran momentos muy bonitos y felices de mi niñez.

En casa recuerdo que cuando íbamos a comer, si comíamos queso no podíamos comer tomate y si bebíamos leche no podíamos comer fruta de higuera, ni mezclar melón con queso, nos decían que era veneno, pero era porque no había mucha comida.

Si un día las gallinas ponían pocos huevos, le decía a mi madre que se los diera a los demás y más de una vez me quedé sin comer huevo frito. ¡Yo me pregunto!, ¿a qué llamarán hoy en día crisis?

Un martes de Carnaval mientras ordeñaba la cabra, mi madre pasó al lado y me dio un coscorrón porque le había trillado la ubre a la cabra, fue la única vez que me tocó. Y luego me mandaba cada día a ordeñar las cabras. Eso me pasó por atrevida.

La Asomada es una rosa
que va en mi pecho prendida
No me digan que la olvide
porque se acaba mi vida.

Una de las cosas que viví y recuerdo mucho, es cuando mi madre dio a luz y la niña se le asfixiaba. Salí corriendo en busca de mi padre y grité tan fuerte que la vecina Juana llegó antes que mi padre. Juana cogió a la niña, le dio dos tortas y la zarandeó por el aire y la niña volvió en sí. No digo el nombre de la niña porque me mata.

Recuerdo ir a misa a las 5 de la madrugada con la vecina Juana y con sus hijas. Juana fue como una madre para nosotros, nos ayudaba mucho en todo, también cuando se enfermaban los chinijos. Cuando las necesitábamos allí estaban ellas.

Recuerdo cuando se hacían las novenas de mayo en la iglesia de la Candelaria, yo era pequeña, Juana nos enseñaba unos versos para decírselos a la virgen. Íbamos caminando con una cesta a pedir flores de casa en casa para preparar los ramos para el altar.

A veces íbamos a la playa con Juana y sus hijas y nos tenía que hacer un bañador con una faldita porque si no, no nos dejaban ir, y también intentó enseñarnos a nadar. Recuerdo que mi madre nos advertía que el agua del mar era rala, quería decir que era peligroso.

Con ella iba a coser la ropa de todos los de la casa de mi familia. Un día llegué a casa y como había visto a Juana coser, cogí una tela y corté unos pantalones, me faltó un trozo para el cruce de entrepierna y le puse un remiendo.

Ayudaba en la casa con los niños y en todas las labores. Como no llegaba a la pila para lavar la ropa me ponían un bloque debajo de los pies y así alcanzaba. Cuando terminaba, iba a casa de abuela Adela para ayudarle a regar, ordeñar las cabras, hacer el queso …

Mi madre nos mandaba a ayudarles a todos los vecinos a plantar cebollino, coger las cebollas, arrancar… como éramos muchos. A pesar de trabajar duro, éramos felices.

Anécdotas con mis hermanos y hermanas

Un día Teos mi hermano mayor, ahogó un gallo en la piedra de molar de mi padre, y puso el gallo detrás de la rueda del coche de Marcial Torres para que pensaran que lo había atropellado alguien.

Otro día Pedro se puso a jugar con una palometa de latón y mi padre le decía:

– ¡que te vas a dar, que te vas a dar!

No hizo caso y se fue a acostar para que nadie viera que se había roto la nariz. Con la misma palometa le cortó la oreja a Andrés y casi se la arranca.

Pile un día tenía hambre, abrió el armario buscando comida y se le cayó encima, rompió el mueble con la cabeza.

Una de mis hermanas se levantaba desde por la mañana llorando y terminaba de llorar a las 6 de la tarde; venía a trillar Félix Morales y su mujer y la oían llorar y preguntaban: Hasta cuando está llorando? Era Logi.

Recuerdo que Loli, la más pequeña de mis hermanas, la dejamos sola en casa porque tenía la tosferina, cogió unas tijeras y cortó dos camisones, una cortina con huecos en forma de ventanitas y los únicos pantalones de salir de Angelita, que cuando Angelita vio los pantalones cortados la agarró por los pelos.
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Ya más grandita, cuando íbamos al baile del casino de Mácher, y a la misa de Tegoyo, recuerdo que llevábamos dos pares de zapatos, unas alpargatas, que dejábamos escondidas en las tuneras, y otros para el baile para ir un poquito más guapas.

Cuando empecé a salir a los bailes, mi padre y mi madre nos acompañaban a mí y a unas amigas.

Dejaban a una mujer en la casa, a Teresa Barreto para cuidar a mis otros hermanos y hermanas.

Más o menos a los 15 años, fui al corte a Arrecife para aprender a coser. La señora se llamaba Melita, daba las clases en la pensión Vasca. Cuando volvía de las clases, la guagua nos dejaba en Mácher. Irene, otras amigas y yo volvíamos a casa caminando a las 8 ó 9 de la noche, cargada con paquetes debajo del brazo para la carpintería.

Conseguí el título de corte y confección que me ayudó a coser la ropa de todas mis hermanas, hijas y gente de la calle. Mis hijas a veces se enfadaban porque primero cosía todo la ropa de mis hermanas y a ellas las dejaba para el final y a veces no me daba tiempo y llevaban a la fiesta la misma ropa del año anterior.

Una de las veces que venía en la guagua, que ya llegaba a la Asomada, me grita Bartolito: ¡Ya tienes otra hermana! Y yo le contesté: ¡Cállate la boca muchacho! Y era verdad, había nacido Loli.

Como ven mi niñez fue de mucho trabajo pero aún así éramos felices.

Recuerdo cuando se bautizaban los niños, iba con mi abuela Eulogia caminando hasta la iglesia de la Candelaria en Tías con el niño nacido hacía 8 días en brazos, a veces con una ventolera increíble. Antes, los niños se bautizaban muy pequeñitos, mi tío Pablo, que iba en bicicleta, fue el padrino de casi todos menos de las dos últimas que fue mi tía Nievitas de una y yo de la otra. Ellos tuvieron más suerte porque ya había coche y fue Nievitas quien nos llevó a Tías.

Cuando era más grandita venía el Sr. Quintero desde Tinaja vendiendo pan y mi madre le compraba para toda la semana y lo guardaba en un mueble que tenía en un cuarto en el centro de la casa. Uno de los críos desapareció un día y no lo encontrábamos por ninguna parte. Le encontramos en esa habitación con los panes entongados y él sentado dentro del mueble y los panes todos mordidos. Nos llevamos un gran susto pero él estaba muy satisfecho.

No les he dicho que dormíamos hasta siete en una misma cama con un colchón de paja, que se hundía de tanto peso y la escupidera debajo de la cama cuyo contenido usábamos de abono para las plantas. ¡Se aprovechaba todo!

Mis padres estaban siempre juntos, mientras mi padre iba a comprar cosas para la carpintería, mi madre se quedaba tejiendo en el coche o comprando algunas telas por Arrecife, para yo hacer la ropa.

Mi padre recordaba y se reía mucho de mí cuando me dejaron en casa con 7 años haciendo un sancocho mientras ellos llevaban a mis hermanos al médico. Puse el sancocho encima de la leña y no le puse agua, se quemó. Nos comimos un sancocho muy tostadito y estaba bueno.

Mis padres nos querían ver a todos juntos, así que nuestra costumbre era ir cada tarde a su casa, hacer la cena y comer todos juntos, primero los niños y hombres, luego las mujeres. No cabíamos todos juntos a pesar de tener dos mesas enormes, porque éramos muchísimos.

Un golpe muy duro tanto para mí, como para mis hermanas y hermanos fue el fallecimiento de mis padres en un accidente de tráfico y de mi abuela Eulogia el mismo día, al enterarse del accidente. Hace ya 30 años; y el de mi hermana Bene hace 13 años y otros seres muy queridos.

Se fueron de nuestro lado
En silencio su partida
Mi corazón destrozado
Por tan súbita partida
En ángeles se han convertido
Iluminando nuestro camino
Y aguardando que se cumpla
Que la familia esté siempre unida
No pudimos despedirnos
Y su presencia nos rodea
Por eso les decimos
«Gracias por darnos la vida»

Para terminar me gustaría darles un consejo:

Vivan
Sonrían
Sean felices
Perdónense
Abrácense
Sean agradecidos
No se olviden de las personas que les han
ayudado
Valoren lo que tienen
Deténganse un momento
Y disfruten mucho de la vida.

Mi agradecimiento a todos los aquí presentes, al Ayuntamiento de Tías, a la Comisión de Fiestas y a mi cuñado Pablo Hernández.

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