Pregón de La Asomada 2017

Publicado: 11 junio, 2015 en Pregones de La Asomada

Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez

Pregón de las Fiestas de San José Obrero
La Aasomada   2017
Por: José González Camacho

Señor alcalde, concejales, vecinos, amigos y familiares, muy buenas noches a todos.
Permítanme que mis primeras palabras sean de agradecimiento a la Comisión de Fiestas de mi pueblo La Asomada, y al Ayuntamiento de Tías, por elegirme para ser el pregonero de nuestras fiestas en honor a San José Obrero de este año 2017.
Es un auténtico honor para mí que siempre lo llevaré en el recuerdo.
«Los recuerdos que se sienten y que nunca se quedan en el olvido, que se llevan para siempre y quedan en la mente, y el tiempo te da tiempo para llevarlos presentes.»

Hoy es una magnífica ocasión para compartir con todos ustedes muchos de mis recuerdos en este maravilloso pueblo, que ha cambiado muchísimo en todos estos años.
Muchos me conocen como Pepe, el de maestro Fefo. Nací en febrero del año 49 en La Asomada, en el Camino El Callao, que no tenía nada que ver a como es hoy en día. En aquella época las casas se podían contar con los dedos de las manos y nos conocíamos todos.
«Un pueblito en la pendiente,
muy cerca de la montaña.
Por mucho que el tiempo pasa,
siempre conserva sus mañas.»
Uno de los hechos que más han marcado mi vida ocurrió en el año 1972, cuando tuve que ser operado de columna en una clínica de Barcelona. Gracias a los esfuerzos de mis padres y a algún contacto pude viajar hasta allí para someterme a una complicada operación. Tenía 23 años y no era la primera vez que viajaba en avión, porque ya había ido varias veces a Las Palmas, pero sí fue la primera y la única vez en mi vida que he viajado en la bodega del avión.
Como lo oyen…, parece de chiste pero no. Fue un momento bastante duro para mí. Resulta que después de la operación, en el viaje de vuelta, en el último trayecto ya, desde Las Palmas a Lanzarote, yo necesitaba una camilla especial para el traslado y ésta no cabía en el avión. Entonces me hicieron un hueco en la bodega.
¡Pasé un frío horrible! Completamente sólo, a oscuras, entre todo el equipaje…, yo pensé que me moría.
Cumplí mis 23 años acostado en una cama. Lo recuerdo como si fuera hoy. Todos los días tenía compañía, cuando no estaban mis hermanos, mis padres, llegaban mis primos, los amigos, algún vecino o conocido.
Aunque en aquella época no había luz en el pueblo, mis padres tenían un motorcito y una pequeña televisión, muy antigua, con teclas grandes que también me hacía compañía. Yo tenía un palo de madera que me servía para todo: para encender la tele, para subir el volumen o para llamar a través de la ventana a mi hermana y a mi madre cuando mi sobrina se despertaba porque tenía hambre. Dejaban a la niña conmigo en un capazo mientras ellas hacían las faenas o se dedicaban a la zafra de las cebollas. Cuando mi sobrina lloraba yo levantaba el palo y las llamaba.
Fueron alrededor de seis meses bastantes duros, inmovilizado, pero ahí me di cuenta de la fortaleza de la mente humana. Me mentalicé que tenía que estar en la cama, sin moverme y también usé el humor para sobrellevarlo mejor.

Después de aquello, gracias a Dios, todo salió bastante bien. La vida nos trae cosas buenas y cosas malas, pero siempre se sale adelante. Yo digo que si nacemos para vivir, ¡vivamos y disfrutemos de los buenos momentos!
Recuerdo que la primera vez que cogí un coche, después de la operación, para llevar a mi hermana desde La Asomada a Tías se incendió por el camino. Menos mal que entre algunos vecinos nos ayudaron y con palas de arena apagaron el fuego del motor… Todo quedó en un tremendo susto.
«Los recuerdos del pasado me dan tristeza y me dan mucho consuelo y al pensar que yo también, en los buenos momentos de mi pueblo, participé.»
La vida siempre nos da momentos para sonreír. Después de pasar media vida en camiones, en la empresa familiar y de ser, entre todos mis amigos, el que más tarde se casó, la verdad es que no me puedo quejar.
Otro recuerdo que siempre tengo presento es la viga de Segundo, junto a la cantina del pueblo.
Cuando era joven pasaba muchas horas allí junto a los amigos. Era una viga de madera, donde después hicieron un banco de cemento, y pasábamos los días jugando a la bola, a la baraja…
Mi madre me mandaba a comprar papas, fideos, petróleo y aceite, pero al pasar por la viga de Segundo yo no me acordaba de nada, y me pasaba la tarde jugando con mis amigos.
«La viga de Segundo, fue famosa entre nosotros y también muy popular, como cualquier plaza de España, a nivel nacional. Se pasaban días enteros haciendo risas y cuentos y a contar cualquier asunto en la viga de Segundo.»
«Se echaban buenas partidas por la noche y por el día. Mostrador, bancos y sillas, todos eran de madera y levantarse otro día agarrado a la escalera.»
«En las noches de resaca siempre han habido algunas riñas y acababan muchos de ellos… agarrados a la piña. »
«En la viga de Segundo muchos dormían la noche y aliviaban su resaca. Era una pensión sin techo y al mismo tiempo barata.»
«Si llegaba algún marchante o negociante, si se trataba una cabra o una oveja por un burro, siempre se hacía el trato en la viga de Segundo. »
Una de mis primeras aficiones siempre ha sido el dibujo, pero nada profesional. Y este pregón cuenta con algunos de ellos que reflejan la vida de antes en La Asomada. Aquí están los bocetos de la Viga de Segundo, el burro en el Camino La Majada, o las partidas de baraja en la cantina de Mario.
Antiguamente, las primeras fiestas de La Asomada eran muy poca cosa. Recuerdo incluso a mi hermano Silvestre hacer una recolecta entre los vecinos, junto otros amigos… No sé el dinero que recaudaban, pero al menos les daba para alquilar un grupo eléctrico a los hermanos Duque y tener luz en las fiestas.
Aunque también es cierto que había alguno que otro, que por hacer la trastada, apagaba el grupo y nos quedábamos a oscuras y sin música.

Hoy en día, las fiestas de La Asomada han cambiado a mejor. Hay actos para todos, desde los más pequeños hasta los mayores. Aunque la tradición sigue mandando.
Este año celebraremos un nuevo Encuentro Folclórico “Montaña de Gaida”, pero también habrán torneos deportivos, talleres, los playbacks con los jóvenes del pueblo, concursos de postres, el asadero popular, el festival de la canción, los bailes… y, por supuesto, el Día Grande de nuestras fiestas que se celebrará el 1 de mayo con la misa y la procesión por las calles de La Asomada de San José Obrero.
Compartamos entre todos estos días de encuentro y diversión. Disfrutemos del presente y celebremos con alegría las Fiestas de San José.
¡Felices Fiestas a todos!
++++++

Hice mis pinitos en la Lucha Canaria fichando por el «Unión Sur Tías» en los años 68-69, siendo presidente del Tías, Pepe Ferrer, el de la «Molina de Mácher».
Íbamos a entrenar de La Asomada a Mácher, caminando mi hermano Silvestre y yo.
Cuando terminábamos, todos los luchadores nos bañábamos en medio bidón para quitarnos la arena con agua guindándola a baldes de la aljbe, para volver caminando otra vez para arriba.
Un pueblito en la pendiente,
muy cerca de la montaña.
Por mucho que el tiempo pasa,
siempre conserva sus mañas.
Los recuerdos que se sienten nunca se quedan en el olvido, se llevan siempre y quedan en la mente y el tiempo te da tiempo para tenerlos presentes.
No cito a nadie en su nombre, lo cito en caricatura para que sirvan como recuerdo y nunca como aventura.
Los recuerdos del pasado me dan tristeza y me dan mucho consuelo, al pensar que yo también, en los buenos momentos de mi pueblo, también participé.
Fue cantinero, labrador y cazador y, ante todo para el pueblo, un buen señor. Siempre daba un buen consejo al pequeño y al mayor para que siempre quedara de su idea lo mejor.
Se echaban buenas partidas por la noche y por el día. Mostrador, bancos y sillas, todos eran de madera y levantarse otro día agarrado a la escalera.
Había juegos de bola, hechas de madera o algún palo cambado, por muy fuerte que le diera no corría ni cuesta abajo. En las noches de resaca siempre han habido algunas riñas y acababan muchos de ellos agarrados a la pina.
En la viga de Segundo muchos dormían la noche y aliviaban su resaca. Era una pensión sin techo y al mismo tiempo barata.
Si llegaba algún marchante o negociante, si se trataba una cabra o una oveja por un burro, siempre se hacía el trato en la viga de Segundo.
La viga de Segundo, fue famosa entre nosotros y también muy popular, como cualquier plaza de España, a nivel nacional. Se pasaban días enteros haciendo risas y cuentos y a contar cualquier asunto en la viga de Segundo.
Se apareció un pescadero, fuera de día o de noche, no importaba que fuera seco o fuera fresco, se buscaba leña donde fuera y se hacía un asadero.
Con la cabeza cabizbajo su trabajo ha terminado. Con un par de vasos de virio, carretera y rumbo a abajo. Lo más fácil que le espera es el camino cuesta abajo.
Montado sobre su burro, camino de La Majada, para que otro día volviera con pescado de tajada.
No tardaba mucho tiempo ni tampoco muchas horas para llegar a este pueblo la enfadada señora para ser fiel al pedido que le han hecho a su marido.
Es más fácil vender que cobrar porque muchas veces el que compra y vende no lo tiene que sudar.
Organiza:
Comisión de Fiestas «La Asomada 2017»

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