Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez
Pregón de las Fiestas de San Pedro
Mácher 2000
Por: José Umpiérrez Viña
(Leído por Ruth Corujo Saavedra)
En honor a las fiestas de nuestro querido santo.
Creo recordar que todos los pregones los he confeccionado con el grato placer de ofrecérselos a este expansivo municipio de Tías, al cada vez menos espaciado y más activo pueblo de Mácher y al siempre recordado San Pedro.
Todos sus alcaldes no dudaron nunca en colaborar para otorgar luz, sencillez y al mismo tiempo vistosidad a una celebración y conmemoración como la presente. Ni olvidaron la grandeza cristiana del único festejo de Mácher, en el que siempre participaron para orgullo de un pueblo de creyentes.
Aunque suenen estas palabras a metáforas antiguas, lo cierto es que si nos dispersamos como ovejas descarriadas pastando tranquilamente en nuestros aún verdes pastizales, con un pasado tan glorioso en la fe cristiana, tengo la seguridad de que nos ahogaremos como diminutos pigmeos en el fuerte oleaje de nuestra indiferencia hacia lo divino. La fe cristiana es la unión espiritual de las almas.
Remontándonos a fábulas gloriosas, de esas que despiertan imaginaciones necesarias, sé que si como creyentes miráramos hacia la espesura de los bosques de la fe, miradas de pajarillos revolotearían entre la ensenada. Entonces, escucharíamos el piar alegre de las estrofas divinas cantadas por un coro de ángeles, que bajarían de las alturas ofreciendo la buenaventura para estas fiestas.
El orgullo de todos los pueblos del mundo es celebrar las fiestas de sus queridos santos sin olvidar las tradiciones que tienen y tendrán vigencia. La transformación de Lanzarote nos obliga a pensar y a hacer una seria reflexión sobre el futuro que deseamos y el que vamos a dejar a nuestros descendientes. La abundancia de nuestro egoísmo nos impide ver más allá del cemento, el que ya abunda en el pueblo de Mácher. De ello somos todos responsables.
Los pregones, como los cuentos, son más bellos cuando se dicen en voz alta y se relatan con sencillez.
Damas y caballeros, les apremio para que nos unamos en un apretujado haz de compañerismo que nos conduzca, tarde o temprano, a las entreabiertas puertas del cielo. Allí se encuentra, en perpetuo guardián, nuestro santo. Al llegar nuestras fiestas de San Pedro lo pasearemos por nuestro querido y cambiante pueblo, y le daremos acompañamiento en su corto recorrido, murmurando quedamente plegarias de fe hasta llegar a las puertas de la iglesia. Y entonces lo subiremos en su trono al altar hasta el próximo año, hasta la próxima ocasión.
José Umpiérrez Viña