Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez
Pregón de las Fiestas de San Pedro
Mácher 2010
Por: José Juan Cruz Saavedra
No es tarea fácil para mí hacer un pregón. Estoy más acostumbrado a los discursos institucionales y mítines que a este formato previo a las fiestas en las que siempre me limito a la presentación de los pregoneros y desearles felices fiestas a los vecinos.
También es normal que me cueste mucho más afrontar este reto porque, además, aunque no es el primer pregón que hago, recuerdo uno en el año 1999 en Masdache, no estoy especialmente habituado. Y lo hago, a pesar de todo, encantado. Nunca viene mal hacer una reflexión del que ha sido mi pueblo durante toda mi vida. Por ello, le agradezco a la Comisión de Fiestas que haya pensado en mí para pregonar estas celebraciones en honor a San Pedro de 2010 y espero no defraudarles ni a ellos ni a ustedes.
En la mayoría de los pregones que he oído se ha puesto mucho interés en resaltar la historia del pueblo, aquella época rural donde tomates y cebollas marcaban nuestra jornada diaria. Se habla de aquel Mácher del siglo XX y muy especialmente de los años 50 y 60, que fueron especialmente duros pero que también estuvieron llenos de anécdotas. Recordando los orígenes y las vivencias donde nuestro padres, tíos y abuelos eran las referencias.
Ha sido una visión interesante, donde cada pregonero ha puesto su granito de arena para llenar vacíos que tenemos de nuestra historia y también en acercarnos a una época que recordamos con nostalgia y con las buenas vibraciones que siempre da traer el pasado al presente, con experiencias irrepetibles, donde estaban presentes personas que ya no están y los que estamos hemos dejado pasar aquellos tiempos de inocencia y de diversión infantil.
Recuerdo de la década de los años 70, cuando Mácher apenas tenía 412 vecinos, especialmente una infancia de juegos y también de trabajo. Con los chicos de mi generación, unos con algunos años más y otros con menos, pero todos nos poníamos de acuerdo para salir juntos y utilizar los pocos medios que teníamos para trasladarnos de un lugar a otro y disfrutar de esas muchas verbenas que había en esa época.
Recuerdo aquellos tiempos con Juan Carlos, Mauricio, José Fernando, Andrés, Francisco, Antonio, Ñano, Victoriano, Sergio, Toño, Lorenzo y Rafael Cejas.
Cuando ser niño no era un impedimento para ir a las tierras a ayudar a la familia de acuerdo con nuestras posibilidades. Ya fuera arrastrando un cesto de tomates, despezonándolos, apartando los buenos de los que no estaban actos para vender o cualquier otro trabajo similar. Pero esa actividad tampoco era justificación ante nuestros padres para tener malas notas en los colegios. Recuerdo a mis amigos de la infancia y a los adultos que eran nuestra referencia. Fueron tiempos distintos, los que nos correspondió vivir en esas fechas.
Pero no quiero remontarme al pasado, a los años en que los que éramos niños o jóvenes los vecinos de mi generación y reducir este pregón a una experiencia exclusivamente personal o embarcarme en unas citas históricas que ya han hecho otros antes que yo. Prefiero, hablar del pueblo y su proyección. De todos. Lo que es Mácher como colectivo humano, con la aportación de todos, donde no se excluye a nadie. Aquí son iguales los que han estado toda la vida y los que han elegido más recientemente su pertenencia a esta localidad, manteniendo su residencia aquí.
Hay tres valores que a mí se me han quedado impregnados de Mácher. Que me parece que sí son identificadores de esta comunidad: los vecinos son, por encima de otras muchas cosas, altamente solidarios, participativos y emprendedores. Y son valores que han permanecido a lo largo del tiempo.
No es casual que sea de los lugares donde más personas trabajan por cuenta propia, ya sea a título personal o con sociedades mercantiles. Ya sea con empresas de carpintería, de transporte, alquiler de coches, construcción, fontanerías, comercios, gasolineras, apartamentos, talleres de soldadura, venta de frutas, mecánicos, taxistas, viveros, agencia de viajes, inmobiliarias, agricultores, ganaderos, hosteleros y un montón de profesionales liberales. También hay muchos vecinos que se han embarcado en lo público, en la política a lo largo de esta etapa democrática. Pero dejemos esa parcela para otro momento.
Esa suma de actividades, esa actitud emprendedora, es un ejemplo de que los vecinos de Mácher no han estado con los brazos cruzados esperando que otras personas le pongan el sustento en la mesa. No, todo lo contrario. Aquí todos han agudizado su ingenio y han creado. Tanto es así que incluso los que trabajan por cuenta ajena tienen fama de buenos trabajadores.
Podría hacer un recorrido por las casas del pueblo, nombrando, casa por casa, a ese montón de empresarios y sus actividades. No lo voy a hacer pero ustedes pueden hacer ese ejercicio para que se den cuenta como la realidad es tal como digo.
Mácher, repito, es un pueblo de emprendedores. Lo fue cuando apenas había 400 habitantes en la década de los 70 y lo ha sido hasta la actualidad. A pesar de que el pueblo ha crecido, como casi todos los pueblos, en estos últimos cuarenta años se ha mantenido vigente ese valor.
Hoy, vivimos en Mácher 1194 personas, casi el triple de hace cuarenta años y casi el doble de hace veinte. Mucha gente ha elegido vivir entre nosotros porque este es un pueblo tranquilo, es un pueblo acogedor y es un pueblo unido.
Unido: otro de los valores de este pueblo. Hemos hablado de lo emprendedor que ha sido y es, cómo crea sus propias oportunidades y lucha por mejorar sus condiciones de vida y de su familia. Pero no se queda ahí. Fuera de cada una de las viviendas hay un espacio público donde se puede compartir momentos de alegría y momentos de lucha con los vecinos. Y de esa unión quiero hablar también. Y tenemos ejemplos claros. Tenemos el ejemplo de la resistencia, del rechazo al desdoblamiento de la carretera principal, de la LZ2, aunque en el municipio es conocida como la carretera de Mácher.
Parecía imposible que esa autovía que llegó hasta las puertas de nuestro pueblo se pudiera parar. Hubo una presión tremenda, desde las más altas instancias y con las mayores justificaciones. Pero no se hizo, ni se hará nunca. Y ese éxito fue el éxito de ese valor que quiero resaltar: el de la unión de los vecinos. Porque es verdad que cada uno de nosotros vive en su casa, que por la propia configuración histórica de Mácher estamos hablando de un pueblo disperso donde cada casa es un mundo. Pero cuando se toca lo de todos, ese espacio que va de mi casa a la tuya, y de esa al otro vecino y así hasta todas las casas, sólo tiene éxito cuando se manifiesta de forma clara y unida.
Posiblemente haya sido la mayor batalla desplegada en los últimos 40 años en el pueblo. Y acabó siendo un éxito a pesar de que siempre rondaban los peores augurios. Ese comportamiento, aunque reciente, también forma parte de la historia. Y no es algo que hayan hecho nuestros antepasados, nuestros padres y abuelos cuando éramos nosotros unos niños.
No, lo hemos hecho entre todos, entre todos nosotros, entre los que están nuestros padres, hermanos, hijos y nosotros mismos, Y es bueno que conste también, que se sepa. Que se diga y se viva con orgullo. Porque algún día, dentro de treinta o cuarenta años, vendrá de pregonero un buen hombre que le guste hurgar en el pasado y sería una pena que no le contará a los habitantes de Mácher qué pasó con esa carretera.
No es sino un ejemplo. Seguro que podría mencionar otros. Pero no es ese el objetivo de este pregón. No son importantes los hechos concretos sino la actitud con la que se han afrontado. El pueblo de Mácher está claro que es un pueblo emprendedor, un pueblo unido y un pueblo respetuoso con sus cosas, su gente y también con quienes nos visitan.
Estamos, ahora, celebrando, las fiestas en honor a San Pedro. Y también estas fiestas son todo un ejemplo de la capacidad organizativa así como de la asistencia de los propios vecinos a todos los actos. No quiero sólo mencionar esa importante participación que hay en la organización de las fiestas. Donde hay una entrega realmente elogiable entre las que destacan personas que llevan muchos años trabajando de forma desinteresada para crear sus propias fiestas, a su gusto, a su manera. No son pocos los foráneos que vienen a las fiestas y me dicen que repiten porque son unas fiestas singulares, que se les ve ese calor que ya no se encuentra en otras fiestas. Es verdad que me lo dicen y es verdad también que los únicos responsables de ello son todos ustedes.
Pero están los que organizan las fiestas. Aportación Importantísima. Pero lo es también la participación en los actos. Que los vecinos disfruten de la fiesta, que salgan de sus casas para compartir unas jareas, un vaso vino, o un baile y una distendida conversación con esos convecinos que no vemos todos los días. Y también eso se da en Mácher.
Son de las fiestas en las que más se implican los vecinos, que más acuden a los actos. Pero a lo largo de la historia de estos últimos años, no sólo han ido a los actos sino que también aportaban sus cuartos, su dinero, para que se pudieran hacer los actos. Más de uno seguro que recuerda cuando íbamos casa por casa para recoger la contribución de cada vecino y con esas aportaciones organizábamos las fiestas.
Lo que viene a significar, entre otras muchas cosas, que seguimos interesados, en lo que pasa en el pueblo, de compartirlo con los vecinos y potenciarlo entre los más jóvenes.
Quiero decirles, aprovechando este pregón, que tenemos muchas razones para sentirnos orgullosos de ser de este pueblo que hemos construido entre todos. Que es fruto del esfuerzo de nuestros antepasados pero también nuestro.
Y como lo será también de las próximas generaciones, debemos dejar constancia del compromiso que hemos tenido y lo importante que es ser emprendedor, ser solidario y estar unidos. Además, lo hemos hecho de acuerdo con nuestras posibilidades, sin vivir por encima de lo que podemos. Administrando bien las empresas y también nuestras economías familiares. Esa sería una buena herencia, más cuando la situación está como está.
Amigos y vecinos de Mácher, es hora de disfrutar de nuestras fiestas. De olvidarnos de nuestros problemas cotidianos y disfrutar. A todos, felices fiestas de San Pedro. ¡Vámonos de fiesta!