Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez
Pregón de las Fiestas de Ntra. Sra. de La Candelaria
Tías 2008
Por: Francisco Rodríguez Bermúdez
Saludo: Dignísimas Autoridades, estimados convecinos y público en general… ¡Muy buenas noches!
En primer lugar, agradecer profundamente la confianza que han depositado en mí para que sea el pregonero de estas fiestas tan entrañables… las de La Candelaria 2008.
Agradecer especialmente a esta entusiasta comisión de fiestas compuesta, todo hay que decirlo, por antiguos alumnos, compañeros y amigos de siempre. ¡Gracias!
Me van a permitir que exponga y recuerde algunas de las viven¬cias y anécdotas que a lo largo de mi vida, en este pueblo, he ido cosechando.
Y es que nací, crecí y continúo trabajando en este municipio.
Y… La Candelaria lo sabe, por qué no decirlo, pues fui bautizado, junto a los míos, en… su «Pila».
INTRODUCCIÓN
Soy profundo devoto de las Fiestas de la Candelaria desde mi niñez, a las que primero me llevaban y luego, ya mayorcito, asistía a veces caminando para luego regresar en los distintos camiones de Cedros, recuerdo «La Oveja» o «Cenizo», «El Carnero» y más tarde «El Mercedes».
Quisiera diferenciar mi exposición desde mi óptica personal en tres fases o épocas distintas:
1ª Fase del 48 al 70:
Monaguillo, no sólo de las misas de madrugada en la ermita de San Antonio, sino que también estuve vinculado profundamente a la Candelaria, allí celebrábamos catequesis, jueves eucarísticos, primeros viernes de mes… ¡Cómo se ensayaban y se realizaban todos estos actos! … La Semana Santa, con tantas procesiones, devoción y participación! En tiempos de D. José Quintero Bojart.
Y cuando venía mayo… ¡Qué diversión!
Prácticamente todo el mes de mayo estaba dedicado a la Virgen. La Iglesia de la Candelaria se convertía en un jardín lleno de flores y velas. Toda la Parroquia con sus distintos pagos acudían cada noche a la Iglesia para celebrar la novena. Los jóvenes acudían para acompañar a las mozas por los caminos y veredas a la sombra de un farol y bajo la mirada atenta de las viejitas que no quitaban ojo al mocerío.
La novena era preparada por cada pago con la rivalidad de ser la mejor. Cuantas más flores y velas tenía el altar, más bonita era la novena. Luego los versos: romances escritos para alabar a la Virgen que los chinijos se aprendían de memoria para recitarlos de la mejor manera y así engrandecer la alabanza. Versos que la gente escribía cada año, con el celo de que nadie los conociera y así sorprender en la Iglesia con el recitado alegre o con el guineo que caracterizaba a cada pago, me refiero a los barrios de: Conil, La Asomada, Mácher, Masdache, Tegoyo y La Tiñosa… de antes.
Nos comentaba la gente que la encargada de escribir los versos de Mayo era una señora de Masdache que se llamaba María, y que otras parroquianas tenían libretas llenas de estos romances. Pero aún no hemos podido rescatarlos.
Justo Barreto, en uno de sus libros nos comenta que en Mayo de 1.874 se hacían unos altares inmensos con muchas flores y velas que apenas dejaban paso a la sacristía, y que el cura D. Fortunato Pereira Camacho tiró una vela con la casulla y se quemó el templo. El 4 de Junio del mismo año, el periódico católico y de noticias «La Tregua» recogía la noticia diciendo:
«Recomendamos a todos los habitantes de estas islas y muy especial a los de esta ciudad, la suscripción que se halla abierta en cada una de las Parroquias de la Diócesis, para atender con sus productos a la reparación de la Iglesia de Tías (Lanzarote) con sus imágenes y ornamentos que, fue devorada por las llamas, siendo el único templo que tenían aquellos piadosos vecinos».
Unos días antes de La Candelaria, la comisión de Fiestas pasaba por las casas para recoger las aportaciones económicas que los vecinos donaban para sufragar los gastos que la celebración iba a suponer… ¡Cómo trabajaban Bernardo Arroyo, y su hermana Angelita y siguen trabajando los hermanos Martín (Lázaro, Manolo y Juanito) y como no Benigno… con su labor inquieta, solidaria y silenciosa (siempre entre bastidores)!.
Para mí, siempre al mirar para la Iglesia de la Candelaria es imaginar a Lázaro y Benigno organizando la Iglesia o demandan¬do ayuda al Ayuntamiento. Y a cuatro esquinas, en la tienda de Perico Valiente, donde, a modo de estación de servicio, nos echábamos la arrancadilla para poder subir el repecho de… Señor Justo (hoy casa patrimonio del Ayuntamiento, restaurada recien¬temente) donde se instaló por primera vez este año el precioso Belén Navideño Municipal.
Cuando se acercaba La Candelaria, ¡cómo se albeaban todos los exteriores de las viviendas con cal traída de las caleras de Teguise en piedras calizas que luego se abrían al echarle agua y esto hacía que la piedra se destruyera despren¬diendo un humo blanco y dando lugar a lo que es la cal disponible para el albeo. Se llenaban de banderitas multicolores de papel no sólo la plaza de la Iglesia sino la carretera, hoy Avenida Central (recinto ferial de aquel entonces).
Soñaba con las fiestas… asistía y participaba, estrenábamos la ropa, vestidos que nos hacían las costureras de la época… Eulogita, Braulia, Petra Cruz, etc…
Las «funciones religiosas» eran misas concelebradas con todos los sacerdotes de la Isla. Se reservaban los bancos de delante para las autoridades…. Luego en la procesión ¡qué orden! Los niños delante, luego las mujeres, y luego los hombres, ¡cómo se nos ponían los zapatos nuevos con el polvoriento rafe procedente de los bordes de las toscas de cantería que al camino tapizaba con nuestro paseo!
Nos afanábamos intentando subir al coro para poder participar con los cánticos y ver mejor al gentío que atestaba el interior de la Iglesia… allí podíamos escuchar a Benigno o a algún otro organista que se invitaba ese día para sacar las notas de aquel viejo órgano ¡qué apuros pasaba la mujer que le tocaba recoger la limosna en el coro para sortear a todos los que ocupaban la escalera a modo de grada!
¡Cuántas veces tuve que valerme de la influencia de Carmencita para subir antes de que cerraran la escotilla!
Cuando la misa terminaba, regresábamos a casa, nos cambiábamos y a comer con la familia y huéspedes, los pucheros y compuestos que se preparaban con la carne que se había comprado días anteriores a los vecinos, que criaban los cochinos para tal acontecimiento ¡qué bonito! Recuerdo las matanzas quemando primero el cuero con aulagas para eliminar los pelos, luego se les raspaba con una tosca y… durante el «descuartizo» se asaban las orejas y el rabo y lo compartíamos con los que habíamos ayudado.
El día de San Blas, segundo día de las Fiestas, me recuerdo la imposición del cordón para prevenir los males de la garganta… las procesiones con tanta devoción como el primer día pero con menos afluencia de fieles ya que era jornada de trabajo. El almuerzo lo hacíamos con todos mis familiares en la casa de mi tía Josefina, que tenía estupendas recetas de asados en sus viejos hornos de leña, con el que preparaba también pan casero ¡Qué fiesta! ¡Cómo tertuliábamos toda la familia!
Luego por la tarde a pasear a la carretera, hoy Avenida Central. Se hacían los típicos Ventorrillos con toldos, bidones y palmeras. Los de mi época, recordamos las ricas tapas de pulpo a la vinagreta o la carne mechada de Pepe Roque, o la sabrosa «Ropa Vieja» de Pepe el de Lila. Y también recuerdo el temor y respeto que nos infundía Rafael «El Celador». Por esas fiestas se habilitaba el garaje de Cedrés para poner mesitas y a veces se traía a Doña Luz para acompañar al piano. Tomábamos los típicos helados de vainilla de Paco el de los helados, con sus moldes y polos de fresa que traía en sus redondas garrafas verdes de corcho y su cornetín. Después vino también Acuña, probábamos suerte con los rollitos sorpresa de Pedro Acosta y lo que nos sobraba lo agotábamos en su «bichillo», que a su vez tenía en sociedad con Sr. Tavío. Se alumbraba con candiles de carburo y en la sociedad vieja se colocaban los «Petromax» ¡Qué anécdota! La recuerdo como si fuera ahora.
A alguien de la pandilla se le ocurrió atar a la burra donde se apoyaba la mesa del bichillo una liña (y estando en pleno funcionamiento el juego) situado en la galería que la Sociedad vieja tenía en el frontis con ventanas de arcos de semi-herradura y sin puertas al exterior… comenzaron a tirar desde fuera ¡qué asombro! Cómo gritaba el crupier de entonces cuando se desparra¬maban por el suelo los agujereados reales y medias pesetas, las «perras gordas» y las «perras chicas».
Más tarde, apareció Antonio Luna con su furgón feriante, lleno de caramelos y peluches colgados que recorría todas estas Fiestas.
2° Fase del 70 al 90:
La juventud, la edad del instituto… la hora de las novias…el cuartel… la temporada dorada de los cines y el paso como concejal de festejos en el Ayuntamiento.
¡Cuántos recuerdos!…. Tendríamos para llenar muchos folios pero quiero ir resumiendo y no repetir el fervor de las celebraciones de las fiestas religiosas, sólo citar algunas anécdotas
¡Cómo nos turnábamos para sacar los tronos de la Candelaria y San Blas a hombros de la Iglesia!
Ya en éste período se podía compatibilizar las funciones religiosas con los bailes, primero en la carretera (sociedad) y luego las verbenas en la Plaza. De esta época eran los asaltos donde toda la «chiquillería» bailaba hasta la hora de cenar y después era el baile «normal» de mayores. Cuando se tenía que trabajar al día siguiente los asaltos eran prolongados.
¿Quién no recuerda a Castellano y su saxofón, o a la orquesta Sol o a la orquesta Lira, o a la orquesta Lido, luego Estrella del Sur, que estaba formaba por Benito Artiles y sus hijos y… más tarde a los Jarvac?
¿Quién no recuerda aquel salón rodeado de sus aterciopelados bancos rojos, dónde se sentaban las «viejitas» que arbitraban con quién tenía que bailar las mozas?
Y los teatros representados por los jóvenes del pueblo bajo la atenta dirección de Juanita Delgado, Anita Perdomo, y más tarde… Lila.
Aparece también en este período el asadero popular en la víspera; la leña era de cepas que se traía de La Geria, cuyos pioneros fueron: Maximino, Emilín y… Lalito Ferrer.
Cuando se terminaba el asadero, la barrica con el vino que sobraba se encanteraba y terminaba de agotar en la Sociedad Vieja.
En este entonces todavía no existía la compañía de limpieza municipal y teníamos que barrer y recoger las colillas los políticos de turno para tener en condiciones de limpieza la plaza para la gran celebración del día siguiente.
¡Qué diferencia de presupuesto se destinaba en ese entonces! No lo voy a desglosar pero tengo copia original sellada por el Ayuntamiento de las facturas de los gastos del 82 y del 83.
¡Cuántas anécdotas! Como en una ocasión sobre la marcha se organizó una maratón de motocicletas y nadie autorizaba dicha actividad y tuvimos que asumir la responsabilidad aún conociendo la ilegalidad.
¡Cuánto asombro, cuando actuaron en la Sociedad unos travestis! No cabe duda que eran otros tiempos.
También recordar que a los niños se los traía, para su disfrute los títeres de «Chopito y Cha porro».
Fue en este período la guerra de los cines: el cine Luz o cine del Canario instalado primero en la Sociedad vieja y luego en su propio almacén (antes molino de gofio) y el cine Parroquial, o cine del Cura, primero en el casino del morro y luego en el garaje de Cedrés. Podríamos enumerar las películas que se presentaban como «fuertes» para tales celebraciones como, el Cine del Canario se decantaba por las películas del Oeste «de Carrancho» y el cine Parroquial por Manolo Escobar.
Tercera fase (a partir de los 90)
Boom Turístico. Ya no recoge¬mos colillas los políticos, ya no se pasa frío en la plaza, ya no se cocina con leña, ya a la procesión la acompaña la Banda Municipal (formada por la escuela de músicos del municipio), ya actúan los grupos folclóricos, ya asistimos a los brindis en los restaurantes.
Actualmente se organizan quince días de torneos y actividades. Ya las donaciones son suprimidas por los impuestos. Ya en los números fuertes de las Fiestas se contratan a las más cotizadas estrellas del momento. Ya los actos cuentan con múltiples recintos cerrados y confortables, como: la Carpa, el Terrero de lucha, el pabellón, la Sociedad, el teatro. Ya la fiesta se proyecta a la diversidad, puesto que nuestros convecinos son de múltiples nacionalidades.
Ya se han perdido las Novenas de Mayo, y ya se han olvidado las grandes comilonas y reuniones familiares de antaño.
Pero, el alto nivel del que hoy gozamos se ha conseguido por el trabajo y la constancia de todos los que nos han precedido y que nosotros tenemos que seguir transmitiendo a las generaciones futuras, lo que son costumbres y tradiciones de nuestra época.
Y con este ánimo pido, que este humilde pregón sirva como cohete anunciador y al dar el «estallido» encienda nuevamente la candela para que Nuestra Señora de la Candelaria nos ilumine y podamos disfrutar un año más de esta convivencia y bienestar con la hospitalidad que siempre nos ha caracterizado.
¡Muchas gracias!!
¡Felices Fiestas!!