Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez
Pregón de las Fiestas de Ntra. Sra. del Carmen
Puerto del Carmen 2008
Por: Vanessa Pérez Rosa
Estimado público: familiares, amigos, amigas, ya todos los aquí presentes; a pesar de la responsabilidad y los nervios que supone ser la pregonera de tu pueblo, es para mi un honor y un orgullo compartir con ustedes mis vivencias y las de otros y otras tiñoseras que amamos esté pueblo en el que tantas cosas buenas, y no tan buenas, hemos vivido.
Voy a empezar recordando la época en la que vivía en Arrecifé y esperaba con ansiedad que llegara el viernes para ir con mis padres y mi hermano a pasar el fin de semana en la Tiñosa. Allí nos aguardaban impacientes mis abuelos y primos. Nada mas llegar, saludaba a mi familia e iba a recorrer, junto con mis primas, cada uno de los rincones de juego donde se encontraban nuestros amigos y amigas.
Recuerdo como en «La Hoya» había un campo de fútbol de arena en el que las porterías simplemente se señalaban con piedras. Se jugaban partidos entre equipos formados por «futbolistas» de diferentes barrios:
«Carretera», «Ca’frecho o Cajafrecho», «El Pueblito Pistolero», «El Poril”… Como anécdota, comentar que uno de los trofeos pactados era una botella de Coca Cola de litro y medio.
Después de estos partidos que ocupaban toda la mañana, nos íbamos a comer. Mi abuela preparaba la comida con ese cariño que caracteriza a las abuelas, y todos juntos disfrutábamos de la mesa presidida por mi abuelo Chano, quien adoraba a los niños (no en vano tuvo trece hijos).
Cuando terminábamos, y sin perder tiempo, corríamos a “El Poril”, donde además de bañarnos, jugábamos a la cogida en el agua, realizábamos competiciones para ver quien “margullaba” más (desde “La Laja”, hasta tierra, desde “La Media Luna” hasta “El Burro”…).
También jugábamos con nuestros jolateros: nos montábamos en dicha embarcación y debíamos pasar cerca de las piedras intentando mantenernos a flote cuando los demás saltaban desde los riscos de “pumba” o “botija” para hundirnos.
Uno de los riscos más altos era” El Picacho», desde el que nos lanzábamos cuando ya éramos grandes. Además, hacíamos carreras de jolateros o simplemente recorríamos las cercanías dando un paseo. Solíamos llegar hasta El Varadero, donde nos tirábamos del muelle realizando diferentes acrobacias. Si algo nos caracteriza a los tiñoseros y tiñoseras es que casi aprendemos antes a nadar que a andar.
Otro hobbie que ocupaba nuestro tiempo era mariscar, Nos encantaba coger burgados, lapas, canaillas…, todo un desafío en él que se admiraba a quien mayor cantidad cogía. También nos gustaba ir a pescar con caña o gueldera.
Ya por la tarde, después de ducharnos y merendar (de pie para no perder tiempo), bajábamos a la plaza de El Varadero a jugar a la soga, al teje, al elástico, a balonmano…
Todos estos juegos de la infancia cambiaron cuando comencé mis estudios en el instituto. El primer año muchos y muchas de nosotras fuimos al instituto de San Bartolomé, así que desde temprano una guagua que ya había recogido a los estudiantes de “La Avenida”, nos I paseaba I por todos los pueblos del municipio recogiendo alumnos y alumnas hasta llegar a nuestro destino. Al año siguiente se abrió el instituto de Yaiza, por lo que la mayoría nos trasladamos al mismo. Compaginábamos los estudios con nuestras primeras salidas. Íbamos a “La Barracuda” I (el parque blanco), a la bolera de Manolín… Después, cuando Raúl sacó el carnet de conducir comenzamos a ir a las verbenas de los pueblos vecinos, y como no, a las discotecas de “ La Avenida”.
La Tiñosa, al igual que todos los pueblos de Lanzarote, ha cambiado .mucho. Cada uno de los niños y niñas que compartieron mi infancia y adolescencia, han seguido caminos distintos, pero cuando llegan Las Fiestas del Carmen, la mayoría nos vemos y compartimos buenos ratos en los ventorrillos.
Las fiestas siempre han comenzado con la elaboración de unas banderitas de papel. Antiguamente las hacíamos en la escuela de Don Paco (hoy el Centro de Mayores) y en el Teleclub del pueblo que estaba junto a la iglesia. Nos pasábamos varios días confeccionándolas, pero no nos importaba porque las hacíamos con mucho cariño e ilusión. Una vez elaboradas, engalanábamos las calles del pueblo indicando el comienzo de las tan esperadas fiestas que antaño celebrábamos junto a la casa de Agustín y Manuela, en un solar amurallado en el que las personas que formaban la Comisión de Fiestas nos esperaban para participar en los juegos infantiles: la gimkana, carrera de sacos, la búsqueda del tesoro … Quien no recuerda los play back de los chicos y chicas del pueblo, aquellos recitales de chistes del “humorista” Sergio Batista (para los amigos, Sergio “el vacilón”), que actualmente es un gran timplista y solista que comenzó su andadura musical tocando las imaginarias cuerdas de una servilleta de papel que cogía del bar “EI Botito” (situado junto a las canchas de bolas), haciéndonos pasar muy buenos ratos con las increíbles melodías que creaba.
Los mayores también tenían cabida en nuestras fiestas. Se organizaban luchas entre solteros y casados, así como partidos de fútbol. Recuerdo un año en el que descubrí el apodo de mi padre y mis tíos a través de la voz del “locutor deportivo del pueblo” Ignacio Suárez (Ignacio “el cojo”), sus palabras todavía resuenan en mi cabeza: “la coge Macartu le pasa al Maestrillo… “. Daba gusto ver a hombres mayores como Alonso “el de El Poril” o Agustín “el chicharrero”, como corrían y la habilidad que tenían con el balón.
Además, al igual que en la actualidad, también se disputaban campeonatos de envite, chinchón, ronda…, y como no, de bolas. Recuerdo que en los primeros torneos femeninos la mujer que más me impresionó con su juego fue Estrella, ¡daba unos “palos” que te dejaba con la boca abierta!.
Participé varios años en La Comisión de Fiestas, y a pesar del trabajo y las luchas que supuso el llevar las fiestas a buen puerto, siempre disfrutábamos de las mismas, y ahora lo seguimos haciendo gracias a personas como Ramón,
Antonio “el chispa”, Siona… cuya devoción parece interminable.
Las Fiestas de Nuestra Señora del Carmen tienen un referente importante que no me gustaría dejar atrás, máxime cuando desde que tengo uso de razón he vivido el “sabor” de los ventorrillos. Cada año, una o dos semanas antes de las fiestas, todos los ventorrilleros empiezan a montar sus puestos con gran trabajo e ilusión. Mi tío Román (que actualmente no participa) y mi padre (que nunca tiene prisa), comenzaban a montar tres o cuatro días antes, pero al final, con la ayuda de todos, siempre terminaban a tiempo. Antiguamente, desde la víspera, impregnaba el aire el olor de las garbanzas de Paco Batista (Paco “el cojo” hoy fallecido. Se cortaban palmeras para “vestir” a los ventorrillos, aunque hoy por hoy, por distintos motivos, algunos han dado rienda suelta a la imaginación y han cambiado su diseño.
Los ventorrillos son el punto de encuentro de todos y todas los que quieran comerse un trozo de atún fresco (que cada mañana cogen los chicos), pulpos, carne de cochino…., .o simplemente pasar un rato agradable conversando con los amigos y amigas que posiblemente no has visto durante todo el año. Pero por las mañanas, también había vida en los ventorrillos. Después de limpiar los restos de la noche anterior, los más noveleros, en este caso mi padre y mi tío, organizaban sus partidas de cartas y sus tenderetes en los que podías disfrutar de los toques y las voces de folkloristas como Ico Arrocha, Sergio “ el vacilón”, Paco Eugenio, Esteban Arrocha (fallecido), Lalo, … Estas parrandas se siguen haciendo, e incluso recorren el pueblo (siempre que se puede), sin mucha organización, pues para disfrutar de una buena parranda sólo hace falta buenos parranderos, y en este pueblo hay muchos.
No quisiera acabar este pregón sin hablar de la patrona de los marineros y cuya fiesta gira en torno a la misma: la Virgen del Carmen. Podría atreverme a afirmar que los actos principales de estas fiestas son sus procesiones, a las que asisten un gran número de personas de todos los rincones de la isla y que junto a los turistas que nos visitan comparten nuestras tradiciones y costumbres. A mí personalmente me gusta más la procesión por mar. Ese día, desde por la mañana, los chicos (Polo, Fufú, Miguel Ángel, y muchos otros) engalanan sus grandes barcos preparándolos para que por la tarde disfrutemos de la procesión acompañados por la patrona de los marineros. Para mí el momento más emotivo de la procesión es cuando se tira la corona de flores al mar y resuenan los voladores al tiempo que todos gritamos: «Viva la Virgen del Carmen”.
El último día de las fiestas tiene lugar a celebración de la procesión por tierra. Las calles del pueblo se llenan con los feligreses que acompañan a la Virgen al son de la música de la banda Municipal.
Ya por la noche, diez minutos antes de la hora programada corremos hacia el muelle de El Varadero o al paseo para disfrutar de la exhibición de fuegos artificiales que desgraciadamente señalan el final de nuestras fiestas.
No me gustaría despedirme sin nombrar a aquellas personas que a mi parecer han sido y son significativas en nuestro pueblo: Ginés (jardinero municipal), quien nos peleaba si tocábamos alguna planta o poníamos los pies en los bancos. ¡Qué bonitos estaban los jardines que él cuidaba con tanta dedicación y cariño!
Alfonso y Quini, que han recorrido las calles del pueblo vendiendo los cupones de ciegos.
Arrocha, recientemente fallecido, que ambientó nuestros ventorrillos.
Manuel Tilín (directivo del club de fútbol), que nos cobraba la entrada cuando íbamos a los partidos y lavaba las equipaciones de nuestros futbolistas.
Si hacemos un recorrido por El Varadero vemos cada día a varios chicos hablando amigablemente. Ellos, con esas reuniones nos recuerdan que La Tiñosa, a pesar de los cambios que ha sufrido, sigue siendo un pueblo, nuestro pueblo. Mantienen vivas muchas costumbres de sus antepasados.
Gracias por compartir conmigo este rato y disfruten un año más de las fiestas que comienzan.