Orígenes de La Tiñosa
Fuente: Pregón de Puerto del Carmen 2001
Por Antonio Montelongo Fránquiz
LA TIÑOSA nace como enclave geográfico desde mucho antes de la llegada de los franco normandos a Lanzarote en 1402. Los testimonios están recogidos en las manifestaciones arqueológicas halladas en sus cercanías, desde el barranco del Quíquere al sur, hasta las marismas de Guacimeta con sus maretas al norte, pasando por las tierras de Mácher. La toponimia nos acerca para su estudio a otras localidades de las islas Canarias, así encontramos Tiñor en el Hierro, Tinoca en Arucas, Punta Tiñosa en Corralero…
En 1464 se habla del supuesto robo de la imagen de Nuestra Señora de Candelaria por parte de Sancho de Herrera el Viejo (señor de Lanzarote tras la muerte de su madre, Inés Peraza), quién tras llegar a las playas de Candelaria en Tenerife y gracias a los tratados de paces establecidos con algunos reyes Guanches de esa isla, pudo lograr llevarse la santa imagen y trasportarla a Fuerteventura. Abreu Galindo, por su parte, manifiesta que dicha imagen fue trasladada al lugar de residencia de Sancho de Herrera; es decir, la isla de Lanzarote y fue embarcada a través del puerto de La Tiñosa. La presencia de la virgen de Candelaria en Lanzarote no resulta nada extraña, si conocemos que existió la aldea de Candelaria que tenía una ermita denominada con igual nombre, y que desapareció tras los volcanes acaecidos durante los años de 1730-1736.
En el año 1528 el galeón Piedad descarga una partida de granos en La Tiñosa, debido sobre todo a las necesidades existentes en la isla en ese periodo histórico.
El término de Huelma, o de doña Catalina y La Tiñosa
La venta de la mitad del término de Huelma el 23 de febrero de 1577 por parte de Juan Pedro Ruiz y Lorenzo Vega a Sancho de Herrera León y a la suegra de éste, doña Catalina de Lugo (quién dará nombre a este término con el nombre de doña Catalina), testimonia en esta amplia extensión parte del territorio de La Tiñosa. En escritura de 27 de junio de 1723, donde Juan Bermúdez, por herencia de su madre Catalina Medina, vende al alferez García Durán 52 reales en el término de Guerma (Huelma), cuyos linderos son los siguientes: “partiendo desde las casas de Tese hacia el camino que va a Conil, desde aquí hacia la mareta de Mosegue, y luego hacía la pared de Luis de León. De la Montaña de La Asomada hacia abajo por el este hasta el lomo Martínez, a través del barranco hondo hacia la mar, luego hacia playa blanca hasta la tegala en el lomo gordo, hasta los rostros Bermejos, y desde este hacia los Hoyos del agua, por los corralitos de Sánchez hasta la peña del Asiento entre las montañas y casas de Tese que llaman de Gregorio Ruiz”.
En los anteriores documentos aparece la referencia de la amplia zona que rodea en el litoral el enclave de La Tiñosa, nos referimos a la inmensa playa, que desde ese tiempo se denominaba Playa Blanca.
Otro hecho histórico, ubicado en la zona de La Tiñosa, ocurrió cuando en el siglo XVI, Lucas Gutiérrez Perdomo, hijo de Diego Gutiérrez y de María Perdomo, biznieto del último rey de Lanzarote, Guardafia, bautizado Luis Gutiérrez, halló en estas playas una gran pella de ámbar gris (sustancia que se obtenía de las vísceras del chacalote, sólida, opaca, de color gris con vetas amarillas y negras, de olor almizcleño, que al calor de la mano se ablanda como la cera y la cual se halla en masas pequeñas y rugosas, se emplea en perfumería y como medicamento excitante. El topónimo Peña del ámbar ubica el hecho en estas costas). Pero la ambición del primer marqués de Lanzarote, Agustín de Herrera y Rojas, quien se apoderó de tan codiciada presa, motivó un litigio, que se resolvió con la concesión de una merced por el marqués a Lucas Gutiérrez de la vega de Tahiche, parte de la dehesa de Ye y del cortijo de Iniguaden (hecho que se recoge por Viera y Clavijo del Memorial Ajustado del Estado de Lanzarote, pero no en el libro realizado recientemente sobre este documento).
Torriani la dibuja en su mapa de Lanzarote en 1590, inscribiéndola con el nombre de Tiñosa, aportando por primera vez cartográficamente este topónimo. La grafía con una característica “c” en forma de cerilla denota la clara transformación hacía una “z”, con lo cual la divulgación popular sobre el origen de este nombre queda totalmente en entredicho, al haber encasillado a los tiñoseros como personajes de mala condición.
Pero verdaderamente, cuando La Tiñosa comienza a contar como entidad demográfica es en el siglo XVIII. Las erupciones volcánicas de 1730-36 motiva un gran desplazamiento poblacional, a la vez que con la masiva introducción de los arenados, permite un crecimiento económico, motivando el asentamiento en esta costa. Sus primeros habitantes aún continúan con cierta inestabilidad poblacional. Será a finales del siglo XVIII cuando la población, ante el receso de la piratería y el auge del negocio barrillero, se instala definitivamente en estas orillas, siendo a partir de este momento cuando la historia de este quien les habla comienza.
Los primeros matrimonios de naturales de La Tiñosa celebrados en la parroquia de Tías, se llevan a cabo en 1830 cuando se casan Julián García de La Tiñosa y Bernabela Rodríguez de la Asomada. En 1831 se casarán Juan García y María Pérez de tías. En 1834, Julián Montelongo y Petra Rodríguez; en 1835 Domingo Rodríguez y María Gopar de Tías.
Las primeras defunciones nos señalan a un hijo de Bartolomé Luis y María Placeres Montelongo en 1804.
Entre esas primeras familias que se asientan y refundan La Tiñosa se encuentran los García, González, Triana, Avero, Rodríguez, Arrocha, Martín, Caraballo, y, como no, los Montelongo.