Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez
Pregón de las Fiestas de San Pedro
Mácher 2018
Por: Delia Rodríguez Rodríguez
Estimados vecinos:
El tiempo nos ha traído de nuevo estas fechas tan esperadas por casi todos nosotros, y en las que nos disponemos a celebrar las fiestas en honor de nuestro patrón: San Pedro. Pocos han sido los años en los que no he podido estar presente durante las fiestas, pero no por ello he dejado de acordarme allí donde estuviese.
En primer lugar dar las gracias a la Junta Municipal y a la Comisión de fiestas por recibir este enorme encargo ante el cual me siento muy pequeña, pero no olviden que los auténticos pregoneros son ustedes, los que hacen posible año tras año con su trabajo y dedicación la puesta a punto de estas fiestas.
Remontándonos a los escritos de Agustín de la Hoz para acceder a la ermita San Pedro se tenía que cruzar una gran llanura, llamada Capita, a dos pasos del Cascajo, ahí se iniciaba la cuesta hacia El Mesón, en otros tiempos sede de tartanas, carromatos y jinetes y justo enfrente se alzaba la antigua Ermita del Santo, ventana que dejaba al descubierto a un pueblo situado en un territorio inundado por lavas y cenizas de las erupciones volcánicas de Timanfaya del siglo XVIII y que sus pobres habitantes revestían su suelo con cañizos artísticos adornados de alguna palmera y algún que otro árbol huido de algún bosque lejano, enmarañada toda esta pequeña maleza con las higueras y los antiguos eucaliptos.
Permítanme hacer aquí una parada para viajar por el túnel de mis recuerdos y rendir un pequeño homenaje al gran eucalipto existente en los alrededores de nuestra escuela, en el Volcán, y a otros que crecían vigorosos al lado de la “Casilla”, casa de los Camineros, que como casi todos los que tenemos ya mediana edad, sabemos que se ocupaban del mantenimiento de las carreteras y que estaba situada frente a este Centro Socio Cultural.
Todos desaparecieron: camineros, casilla y eucaliptos con la ampliación de la carretera.
Mácher es lo que es, por la antigua valentía de sus hombres y mujeres, que enfrentándose a la “la tierra, al antiguo erial de pastos y sequía, supieron transformarlos en enarenados de intenso color negro cobijados por un firmamento de luz que soltaban grandes cantidades de cebollas y tomates, creando así riqueza y surgiendo nuevas casas que van conformando el nacimiento de este pueblo, siempre bajo la atenta mirada de Tinasoria, montaña de descarnada geología, desde donde se puede observar el pueblo íntegro, todo esparcido y ancho con un magnífico y singular paisaje.
Volviendo a la fiesta religiosa que es lo que nos ocupa, la parroquia de Tías se ha caracterizado a lo largo de su historia por sus múltiples cambios de curas. Se crea en 1796, siendo su primer párroco Joseph Plácido y Parrilla, a partir de éste, se suceden los párrocos en la misma. Antonio Fajardo Silva, ha sido el párroco de mayor permanencia en este municipio y es quien pide licencia para decir misa en Mácher, debido al alto número de devotos de La Virgen de Los Dolores.
Con D. Manuel Sánchez Trejo, empiezan los primeros registros de bodas en esta ermita, también, es el encargado de transmitir a sus feligreses la suerte de los que partieron a la guerra civil al disponer de una sencilla radio.
Mis vivencias, bueno más bien son las vivencias de la gente que me rodea, puesto que las mías son muy vagas y no es que quiera parecer más joven… Me llevan a citar a
D. José Quintero, párroco muy conocido en este pago, no sé si por su estricta moral o por abrir la puerta a los habitantes del municipio al séptimo arte con su famoso cine ambulante.
Fue D. Luis Marrero Sosa, quien marcó mi infancia y adolescencia, y la de muchos, fomentando las asociaciones juveniles, de las cuales fui partícipe.
Es con la figura de D. Jesús Vega Mesa cuando el pueblo de Mácher culmina sus deseos de tener templo propio, corren los años 1977, 1978.
Es en el año 1981, cuando se celebran las fiestas populares de San Pedro, junto a la nueva iglesia, inacabada todavía, pero se aprovechó la misma para recaudar fondos con los ventorrillos que se alzaron en su entorno.
En 1982, se dice la última misa en la antigua ermita y se cierra así un período de mi infancia: mis versos a la Virgen en las novenas de mayo: en aquel altar que desprendía una blancura inmaculada, el olor intenso a las azucenas, pero sobre todo el “abraso”, sin “Z”, del calor de las velas. Mi participación en las funciones de Fátima con las lecturas en el altar, mi primera comunión y la de mis hermanas y mis primeros viernes, bueno de todos los que nos acercábamos (chicos, chicas…) en aquella época éramos muchos, todos subiendo por Capita, haciendo trastadas, tirando tomates de las cajillas que habían en el camino. No recuerdo si esos actos los llevábamos a cabo a la ida o a la vuelta, quiero pensar que era a la ida, ya que los primeros viernes eran días de confesión.
Don Antonio Cedrés subiendo a la misa de los domingos, llave en mano, llave de las de antes, girándola todo el trayecto y en uno de esos giros ¡Zas!, llega Pepita, atrapa la llave y Don Antonio siguió caminando, girando su mano, pero sin llave.
Muchas historias esconden ese camino a la ermita, allí han quedado las huellas de todos nosotros, los que estamos aquí y las de tantos otros que el reloj borró de nuestras vidas.
San Pedro se traslada en procesión ese mismo año de la antigua ermita a su nueva iglesia, ante el regocijo de todo el pueblo.
La primera misa se celebrará el 29 de junio de 1982, coincidiendo con las fiestas, fue el primer año, según la libreta de Doña Carmen Umpiérrez, fiel devota de nuestro Santo y recogidos todos estos apuntes de Doña Carmen, en el libro de nuestro paisano D. Juan Cruz Sepúlveda, “El postigo de Tías, cuando la fiesta se llevó a cabo gratis, no se le pidió al pueblo que colaborase con sus aportaciones, ni se cobró en las verbenas.
La nueva iglesia sería inaugurada el 12 de julio de ese mismo año por el obispo
D. Ramón Echarren, estando de servicio en la parroquia D. Martín Lopetegui.
Aquí comienza la andadura esta nueva iglesia ¿Pero quién es nuestro patrón y cómo llegó a ella?
Simón o Simeón, pescador del mar de Galilea, el sobrenombre de Pedro se lo pondrá Jesús al señalarle como la piedra sobre la que iba a edificar su primera iglesia. Hombre de fuerte personalidad, sin estudios, sencillo, generoso, impulsivo y sincero, pero con momentos de debilidad como todo ser humano. Dichos momentos, se manifiestan cuando niega conocer a Jesús al ser arrestado. Se arrepiente después, convirtiéndose en el líder de la pequeña comunidad cristiana, dedicándose a propagar sus enseñanzas y considerándolo la iglesia romana el primero de sus Papas. Es allí donde fue detenido, muriendo crucificado.
Al no encontrar ninguna documentación acerca del porqué, este pueblo lo eligió como patrón. Me permito señalar, que fue elegido por los de arriba, por los que ya no están entre nosotros, por las cualidades del Santo que van unidas al carácter sencillo, tenaz y trabajador de nuestra gente.
Parece ser que llegó a comienzos del siglo XX con un cuadro del Santo, comprándose posteriormente la talla de San Pedro, con las donaciones de las personas más adineradas del pueblo.
Fiestas de San Pedro, antaño muy nombradas y reconocidas tanto en la “Vuelta Abajo” como en la “Vuelta Arriba”. Por su sencillez, la conservación de sus costumbres y la hospitalidad de su gente, desgraciadamente, en los últimos tiempos han quedado relegadas a “fiestas del pueblo”.
Hace ya algunos años un grupo de personas presentes en esta sala se empeñan y trabajan por intentar devolverle la notoriedad y el prestigio del que disfrutaron.
Nuestras fiestas siempre comenzaban con una serie de preparativos: el albeado de nuestras casas, éste, siempre iba unido a D. Pedro Acosta, que era el albeador oficial del pueblo y desde estas páginas quiero citarle por esa labor tan bien hecha, no se le escapaba ni una gotita de cal, no manchaba en una palabra, seguro que allá arriba se dedica a esos mismos menesteres.
En definitiva dejar las casas bonitas para recibir a los invitados que siempre llegaban.
Se engalanaba el pueblo con las banderitas, que en mis tiempos se buscaban bidones, en los cuales se insertaban una viga junto a una rama de palmera de la cual pendían.
Viajes al “Puerto” en busca de zapatos y telas. Telas con las que nuestras costureras oficiales: Doña Nieves Perera y Doña Carmen Medina se encargaban de confeccionar nuestros trajes, previa vista a los figurines para elegir el modelo, quedando guardaditos pasadas las fiestas para alguna ocasión especial.
Y los zapatos, qué decir de ellos: uno de esos años de celebración mi vecina, amiga y madrina de confirmación Doña Loly Medina, competíamos en llevar las plataformas más altas, que por cierto vuelven a estar de moda.
Si sigo sumergiéndome en mis recuerdos y en los de muchos de ustedes parece que estoy viendo aquellos cabezudos que carretera pa’lante nos alegraban al son de los estampidos de los voladores, pero la verdadera sorpresa para mí y mis amigos, era observarlos inertes, estáticos, sin vida, en su morada:”El casino Bellavista”.
¡Y las carrozas que surgieron uno de esos años, acto novedoso que dirigido por Antonio “El Moreno” y junto a una comparsa, creo que de Tías, amenizaba el desfile del camión de Don Pepe Ferrer, el de la trompa roja y el de Don Pablo Ramos, el camión azul, el de las bombonas del gas butano.
¡Qué frio pasamos en esas carrozas disfrazados de indios! Todavía me pregunto yo, y seguro que ustedes también, ¡qué relación tendrían los indios con San Pedro!
Bizcochos dulces o lustrados, panitos de mamí que llegaban a las casas, o por lo menos a la mía, en cajitas de hojalata para endulzar nuestra fiesta.
Preparados ya para la misa, portando los lujos nuevos, comienza ésta con la homilía que no sólo dirige nuestro párroco, sino que en muchas ocasiones han estado presente sacerdotes de otros pagos. Terminada la procesión, siempre acompañada del viento característico que asola de forma frecuente en estas fechas, y donde algunos vecinos, entre ellos mi padre, cuando estaba entre nosotros, ahora ha tomado el relevo mi cuñado, acudían y acuden a la iglesia para ser portadores del santo, parece una especie de tradición que se ha instaurado en sus venas y les hace felices y de paso porque no a todos, o es su forma de agradecerle al santo el trato recibido por la vida durante el año o la devoción al mismo.
Acabándose los actos religiosos, todos a casa a compartir con la familia y los invita- dos, ahora ya pocos, ha quedado anticuado eso de invitar por las fiestas. El puchero característico, esto se hacía cuando los actos religiosos se oficiaban por la mañana, ahora es a la inversa.
Las fiestas de San Pedro van unidas ya a las representaciones teatrales organizadas por las aficionadas del pueblo, las cuales con el paso del tiempo han ido cogiendo tablas, llevando sus obras por otros lares.
Las primeras obras que se representaron fueron: “La herencia de las marquesas” y ”la herencia del señor Manuel”, teniendo papeles destacados las vecinas del pueblo: Doña Juana Saavedra, Doña Aurora Viñas, Doña Macuca Cruz, Doña Pepita Tejera, Doña Angélica Saavedra, Doña Queta Saavedra y mi hermana Doña Lidia Rodríguez.
Finalizando este pregón, he de pedir perdón por si la inclusión de datos personales ha sido elevada, puesto que según las normas de elaboración del mismo deben quedar relegados a un segundo plano, y como dije al principio de éste, los protagonistas son ustedes, el pueblo, todos y cada uno de nosotros, pero… ¡Qué sería el pregón sin esas notas compartidas por todos los de la época y los que no lo son! Son ellas las que prenden una sonrisa en nuestros rostros, avivando recuerdos escondidos, catapultados al olvido. Ojalá pudiésemos vivir las cosas como las vivimos la primera vez.
Macharengos y macharengas, no sé si éste es el topónimo correcto, pero todos los presentes me han entendido.
Dispóngase a disfrutar y a dejarse envolver por la magia de la felicidad, la risa y la alegría.
¡Qué comience la fiesta!