Fuente: Amor y Confraternidad
Juan Cruz Sepúlveda
Comenta maestro Pepe en el pregón que leyó en 1991 en las fiestas del Carmen que «el dos de agosto de 1969 tuve la satisfacción de pisar por primera vez el fino y dorado jable de la playa de Pedro Barba (…) momentos después pude hablar con los moradores de Caleta de Sebo». José Umpiérrez, en su dilatada vida, fue gestando toda su obra como poeta autodidacta, y es aquí, en esta isla, en la recta final de su vida laboral y tras su jubilación cuando le da rienda suelta y se dedica por entero a la creación literaria: cartas, poesías, de amores soñados, otros pocos, de amores consumados y dar paso a editar y publicar.
Caleta de Sebo se había comenzado a despoblar, sus moradores optaron por irse a mejores lugares; en Arrecife la vida era menos dura. La última maestra que ejerció en el pueblo doña Frasquita Betancort Placeres (natural de Guatiza) ante la falta de alumnos, también abandona la escuela. Una vez «vaciado» Pedro Barba y ante el abandono de las viviendas, José Juárez Herrera, antiguo director del Parador Nacional, y otros socios comienzan a adquirir las casas del pueblo de pescadores, desde comienzos de los años sesenta. Don José conocía a maestro Pepe desde que le encomendó adecentar la cueva de doña Juana y su entorno en La Tiñosa antes de ser asumida por la promotora del Hotel Los Fariones. De la constructora de este hotel le vino oferta de trabajo y aceptó en poco tiempo los momentos del replanteo de la obra.
Maestro Pepe acepta, en la última fase de su vida laboral, la oferta de Juárez Herrero y opta por retirarse y abrir otra faceta de su interesante vida. Con un par de cajas de herramientas, su «Montesa Impala» y unos peones reclutados en Mácher: Segundo, Antonio, Nele y otros, se instalan en Pedro Barba para readaptar las casas de pescadores en casas para uso turístico; comienzan las obras, a base de cemento, piedras del lugar y agua salada, en unos aljibes, el muellito y los muros del entorno de la playa. «La moto del maestro», unas de las primeras en llegar a la Graciosa, hacia un gran servicio para desplazarse de Caleta de Sebo a las lonjas y, los fines de semana, para jugar a las bolas, un envite, un subastado o un dominó, «en aquella moto aprendió a montar medio pueblo». Maestro Pepe también interviene en la rehabilitación, ampliación y mejora de otras casas en Caleta de Sebo.
Suso Páez fue uno de sus peones que tuvo la suerte de aprender de maestro Pepe «fue un maestro excepcional, además de una gran persona, e hizo una gran labor y muy apreciado en el pueblo y respetado, introdujo el juego de la bola canaria en La Graciosa», en iguales términos comenta Enriqueta Páez, «cuando se vino de Pedro Barba para Caleta de Sebo, trabajó en otras obras particulares y a Marcial Luis (su esposo) le dio la idea de arreglarle el restaurante y de iniciar en la parte alta, las seis primeras habitaciones de la Pensión, (…) generoso, honrado y trabajador, nos ayudó bastante a partir del 1973, los callaos de la escalera de la Pensión y de la acera fueron idea del Maestro Pepe, que también ayudó a bastante gente del pueblo». Margarona, alcaldesa pedánea de entonces, comenta que «maestro Pepe fue un hombre muy bueno, aquí le ayudó a todo el mundo, trabajó mucho tiempo en la iglesia del Carmen, y obras menores en casa de muchas familias sin retribución».