Por Juan Cruz Sepúlveda
Fuente: Recordando el pasado. Queta Saavedra
Durante largos años San Pedro «habitó» en una capilla y almacenes habilitados, propiedad de la familia Rodríguez Cabrera, cercanos a la confluencia del camino de los Olivos con el del Mesón, en una inmejorable panorámica desde donde se divisa la totalidad del pueblo desde la Vista hasta el mar. San Pedro allí, disfrutó de apacibles días y padeció de los agitados vientos alisios, silbidos del viento, tardes polvorientas y de cancaneo de puertas.
Tras intensos debates sobre la definitiva ubicación promovidos por el párroco don Jesús Vega Mesa (Suso) se toma la decisión democrática en asamblea de ubicar la iglesia en el terreno donado por doña Flora Pereyra Stinga junto a la carretera en el año 1977. Toda la vecindad cierra fila y comienza la búsqueda de dineros para la gran obra comunitaria. Todos colaboran según sus posibilidades, la generosidad aflora y las ayudas llegan en materiales, excavación, albañilería, peones, palas, carretillas… para levantar el nuevo templo. El obispo Sr Infantes Florido realiza una visita para alentar la iniciativa y bendecir el santo lugar y colocar la primera piedra el 12 de febrero de 1978. En el verano de 1982 San Pedro baja para su nueva morada a la carretera general frente a la casilla del caminero. San Pedro se lleva la capitalidad en detrimento de otros populosos barrios como El Mesón o El Volcán y logra hacerse con el epicentro religioso y del centro socio cultural y desde entonces se ha convertido en el punto de referencia social permanente, tanto a los nacidos en el pueblo como a las numerosas colonias de nuevos residentes extranjeros. Sirva este párrafo para agradecer el esfuerzo de nuestros antepasados que trabajaron por disponer de un templo digno y un espacio de encuentro social para la convivencia, que ahora nuestras generaciones disfrutamos.