Al quedarse vacante la plaza de guardia se presenta a la vacante el vecino de Las Cuestas, Rafael Cabrera R, personaje muy carismático, divertido y buen tocador de guitarra. El municipio ya posee una sólida economía agrícola de tomates, cebollas y pesca. La población de Tías aún no llega a los 3.000 habitantes, de su población activa aparecen censados 358 agricultores, 218 braceros y 247 marineros. A la construcción se dedican 13 personas, al comercio otras 13 y al transporte se dedican 5 personas, según los datos publicados por Ezequiel Acosta R. en su libro Entre la Agricultura y el Turismo.
En septiembre de 1953, «Rafael el Guardia» o «Rafael el celador» se enfundan su ropa de dril gris con su correaje, gorra y una porra autofabricada en la zapatería de Jacinto Cabrera. Le entregan una pistola de 6/35″, dotada de 6 balas que Rafael afirma que «le duraron casi veinte años». Con apenas 300 pesetas de sueldo al mes, su cometido se centra en efectuar las citaciones a los concejales, acudir a todas las fiestas y respectivas procesiones, Candelaria, San Antonio, La Magdalena, El Carmen, vigilar fiestas de la Santa y los bailes en la Sociedad Unión Sur, atenciones especiales cuando venía una autoridad al Ayuntamiento, abrir y cerrar el cementerio, etc.
Los servicios por la jurisdicción se realizaban a pie en una sociedad eminentemente tranquila, sosegada, agraria… «Se hablaba con la gente en los caminos y veredas, en las tierras de tomateros, de cebollas, o incluso en las parras, en los tiempos de fruta». Contaba Rafael: «Todo el mundo se conocía y colaboraba, los servicios más complicados se podían presentar al finalizar un baile, con algún borrachito, y es que a la fiesta, si no había pleito, le faltaba algo».
Todos los desplazamientos los efectuaba Rafael Cabrera a pie, hasta que decidió comprar una bicicleta a Carmelo Cedrés por valor de 500 pesetas, aunque la bicicleta resultó ser más una carga que un adelanto debido a la orografía del pueblo, al estado arenoso de los caminos y al viento. Por este motivo, Rafael solicita un adelanto al Ayuntamiento para adquirir una moto. El asunto es llevado a pleno para motorizar al guardia y no se consigue unanimidad, ya que el edil Lorenzo Viñas cuestiona tal adelanto y lo considera un dispendio y, en consecuencia, el asunto no prospera.
Con la llegada de Antonio Díaz a la alcaldía en 1962, éste le encomienda una nueva misión consistente en escardar la barrilla y otras hierbas del cementerio. De esta forma, Rafael Cabrera, uniformado, coge su carretilla y escardillo cada mañana y se dirige al camposanto a colaborar con la limpieza y el ornato. También es testigo del cambio de rotulación del pueblo de La Tiñosa por Puerto del Carmen.
De su etapa hay cientos de anécdotas y acontecimientos. En 1959 se encuentra Rafael Cabrera en la Casa Consistorial dándole un barrido a los pisos de madera ante la visita del Gobernador Civil. Es tal la polvareda que levanta que no se vislumbra al resto de los ocupantes de la estancia. Así las cosas, y debido al fuerte viento reinante, saltan las cuñas de madera que sostenían las ventanas, y se produce un estruendo tan fuerte que provoca la salida en estampida para la carretera de toda la comitiva. Por cierto, antes de despedirse, el gobernador pregunta al alcalde si el pueblo estaba necesitado de algo.
En el pueblo de La Tiñosa, cuando llegan los marineros después de larga estancia en la mar, el guardia municipal suele ser requerido para solventar alguna trifulca producida en alguna cantina del lugar. Pacientemente, a pie, y porra en mano, Rafael Cabrera se desplaza al pueblo y, cuando éste aparece por el Aljibe del Cabildo, se aviva la contienda hasta la intervención en la mediación del conflicto por parte del guardia. En el bar de Manuel Viñas, en la zona del Varadero, que tenía los dos retretes fuera con salida directa al mar, entre copas, cartas y alguna parranda, no es extraño este tipo de incidentes.
La apertura del municipio al turismo con la puesta en funcionamiento del hotel Los Fariones en el año 1966 (primer hotel de Lanzarote con una inversión de 14 millones de pesetas) provoca una transformación acelerada del municipio, incremento poblacional, cambio de actividad económica, nuevos empleos, nuevos servicios y nuevas necesidades de toda índole.
En materia de seguridad municipal se procede a contratar al nuevo guardia municipal, Guillermo P. Valiente (Memo), que desempeña esta actividad por un periodo corto de tiempo (1967-1969).








