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La absurda Guerra Civil española se cobra también la vida de inocentes vecinos que estaban en tiempos de ser llamados a filas y fueron llevados a los frentes, sin apenas conocimiento del manejo de 299 armas, del territorio, del clima y, menos, de las propias causas de la contienda. De este municipio pierden la vida los siguientes soldados: Servando Álvarez Díaz (vecino de Las Cuestas), Fernando Arrocha R. (La Tiñosa), Santiago Batista Aparicio (Hoyo del Agua), José Borges Calero (Los Lirios), Teodoro Camacho Montero (La Asomada), Juan Duarte Saavedra (Mácher), Francisco Eugenio R. (La Tiñosa), José Fajardo Valiente (Hoyo del Agua), Antonio G. Arrocha (La Tiñosa), Vicente Mesa Mesa (El Pavón), Francisco R. H. (Los Casalones) y Alberto de León Mesa (Las Cuestas).

Aparte de las muertes, hay que añadir las detenciones sin causas, deportaciones al campo de concentración y cese del servicio a carteros, maestros y otras personas de militancia republicana. En el apartado de detenidos por otras causas, en octubre de 1936 figuran Rafael Ferrer Fajardo, vecino de Mácher, chófer de profesión, acusado de causar lesiones y amenazas a la autoridad. Mamerto R. P, que había sido alcalde en tiempos de la República, es detenido en Tías el 10 de octubre de 1936, acusado de agresión con piedras a falangistas.

Se da cuenta en una sentencia del juicio oral seguido contra el maestro Gabriel Encinas Castellano, de 34 años, a quien se le imputa de un delito contra la Constitución por haber proferido en el Ayuntamiento de Tías, por los meses de julio y agosto de 1923, «expresiones injuriosas contra las augustas personas de los soberanos». El fallo concluye que, toda vez que el propio denunciante resulta ser el secretario Evaristo Duran, que ya ha fallecido, se proceda a absolver al maestro.

En La Provincia del martes 10 de noviembre de 1924, bajo el titular arriba señalado, «Muerte del secretario del Ayuntamiento de Tías», se informa de que: «el día primero se produjo en esta capital un hecho lamentable del que fue víctima don Evaristo Duran, secretario del Ayuntamiento de Tías. En una violenta discusión entre varios individuos, uno de ellos, llamado Mamerto R. R, lanzó una piedra que fue a chocar en la cabeza del señor Duran, el que falleció pocos momentos después de recibir el golpe. ¿Fue una mala intención o la casualidad la que movió la mano del autor del hecho? El juzgado de instrucción, que ha ordenado la detención de R. R, se encargará de esclarecerlo. El doloroso suceso ha producido en este pueblo y en el de Tías penosa y general impresión, por ser la víctima un funcionario íntegro y un ciudadano modelo. El señor Evaristo Duran deja viuda y 4 hijos faltos de recursos, porque su escaso haber solo le daba para el sostenimiento de su familia. Descanse en paz y reciban sus deudos nuestro más sentido pésame. El corresponsal en Arrecife a 8 de octubre de 1924».

Evaristo Duran es natural de Tinajo, cuenta con 51 años, está casado con Carmen Morales Martín y sus hijos, según la partida de defunción, son Peregrina, Rosa, Marcial y Flora.

El periódico Lanzarote, que se edita en Arrecife y que mantiene suscripciones para toda España de un mes a una peseta, en su portada del jueves 15 de enero de 1903, destaca tres titulares: «Sagasta», «La policía» y, con la misma tipografía en negrita, «El crimen de Mácher». Relata el suceso del siguiente modo: «Aún perdura en esta ciudad, de índole práctica, la impresión que produjo la triste noticia. No estamos acostumbrados a estos espectáculos luctuosos de sangre, que en otros pueblos se suceden con harta frecuencia…»

«En las primeras horas de la mañana del 12 del corriente, interrumpiendo la monótona tranquilidad de esta población, atravesó por sus calles un numeroso cortejo acompañando una camilla que fue conducida al Hospital de Dolores. Al propio tiempo circulaba la infausta nueva de que dentro de aquella iba herido mortalmente y agonizando, el vecino de Mácher Pedro Díaz, conocido como el ratón. He aquí la versión que pudimos recoger en los primeros momentos y que, sin perjuicio de rectificarla cuando la acción beneficiosa de la justicia vaya esclareciendo los hechos, damos a conocer a nuestros lectores en cumplimiento del deber que nos hemos impuesto de tenerlos al corriente de cuanto ocurra de notable en esta isla. Regresaba Díaz ya anocheciendo el día once de enero, del pueblo de Uga, y se encontraba próximo a su casa de Mácher, cuando desde una pared, detrás de la que estaba parapetado el oculto agresor, le descerrajaron un tiro en el que por fortuna salió «ileso».

«Continuó su camino con el natural temor de que se repitiera la agresión. Llegó a su domicilio y, pensando en los móviles que pudieran haber determinado tan cobarde ataque, decidió ir en busca de su convecino Tomás Arrocha, de quien sospechaba fuera el autor de la tentativa frustrada, por haber tenido una cuestión hacía poco, a consecuencia de introducir un ganado que pastoreaba en una finca propiedad suya. En las inmediaciones de la casa de Arrocha, y sin ver a la persona que le acometía, recibió una pedrada en la cabeza que le privó del conocimiento, cayendo en tierra. Pronto recobró la razón, observando que el Arrocha y su mujer lo herían sin compasión, con un cuchillo que blandía y con cuya arma le infringieron cuatro heridas tremendas en el pecho y en el vientre, y otra en la muñeca derecha. Después de haber llevado a cabo los criminales su execrable acción, en la que han concurrido todas las circunstancias…dejaron a Díaz desangrado en mitad de la senda y vinieron a esta ciudad a dar parte de lo sucedido a las autoridades, preparando la coartada…que no les dio resultado, al haber podido declarar el herido en el periodo agónico».

«Dijeron que este, por la disputa de las cabras había ido a buscarlos la noche de referencia, que les atacó con una horqueta y les obligo a defenderse. Seguramente se ha destruido esta versión, porque el matrimonio Arrocha continúa detenido y sujeto al proceso que instruye, con elogiable actividad el inteligente y celoso Sr. Juez de Instrucción de este partido, Juan Moreno Naranjo… que ha practicado, en el teatro de los hechos, las diligencias y, como consecuencia de tales actuaciones, han ingresado en la cárcel Andrés Martín, dueño del ganado que cuidaba Tomás Arrocha y, además, Juana Ramos. Practicada autopsia a Pedro Díaz se comprueba que las heridas que recibió eran mortales de necesidad».

Constituye el asesinato de Leandro Fajardo uno de los acontecimientos más relevantes ocurrido en Tías a finales del XIX, dando mucho que escribir en los periódicos de la época, tanto en las fechas del crimen como en las anteriores y posteriores al juicio.

Luego, tras un siglo de silencio, se reactiva el caso Fajardo con la aparición del libro de Pedro César Quintana, El asesinato de Fajardo. Una visión de la sociedad lanzaroteña durante la Restauración, editado en el 1996. A partir de aquí se suceden artículos de opinión en prensa local y regional hasta que aparecen dos publicaciones en 2004.

Una pertenece a Mercedes Medina y Carmelo Martín, titulada El verdadero asesino de Leandro Fajardo, un capítulo inédito de la Historia de Lanzarote. La otra publicación, escrita por Agustín Millares Cantero, lleva por título El cacique Fajardo asesinado (1896), Banderías a la greña en Lanzarote.

Carmelo Martín Díaz, nieto del asesino, vuelve a publicar un nuevo libro: Leandro Fajardo al desnudo, La verdad sobre el más misterioso asesinato del siglo XIX en Lanzarote. «Ocurrió en la madrugada del domingo 6 de septiembre, día en que se celebrarían elecciones a la Diputación Provincial. Fajardo se presentaba por el bando conservador, años atrás lo había hecho por el bando republicano». «El asesino resultó ser Francisco Díaz Monfort, Frasco, emparentado con la víctima, y que vivía cerca de donde se produjeron los hechos, en El Pavón, junto a la carretera general. Fajardo había desarrollado varios oficios: abogado, registrador, director del periódico El Horizonte. Como político había comenzado su trayectoria en el partido republicano, pero en 1896 se presentaba en el bando conservador, junto a Velázquez, de Fuerteventura, las encuestas le daban ganadores».

El móvil de Francisco Díaz Monfort, casado con la prima de Leandro, Lucinda Fajardo Bermúdez, se aleja de las tesis políticas, según Millares y el propio Carmelo Martín. Los Fajardo era una dinastía de la burguesía conejera y en el estudio de este suceso se concentran diversas claves como las características de las dos familias Díaz Monfort, sus estudios y Pedro Fajardo, deudas de Cipriana, alcalde y recaudador, registrador, político, inspector, periodista, los préstamos, los pactos de retro, bodas de conveniencia, los Lara, herencias, testamentos, etc.

Para la defensa de Frasco Díaz, la familia designa al prestigioso abogado de las Palmas Tomás G. Guerra, pero éste es objeto de amenazas a través del reparto de octavillas y desiste de la defensa a favor del abogado Santiago Pineda, quien era la primera vez que se ponía la toga. El jurado condena a Frasco a morir a «garrote sobre tablado», y para ello trasladan al reo a Lanzarote desde la prisión de Las Palmas en agosto de 1899. La mediación de Fernando León y Castillo ante la Reina Regente evita su muerte y se le condena a prisión a cadena perpetua. Finalmente, Frasco fallece en Ceuta en 1910, a consecuencia de emanaciones de gases tóxicos, según el Diario de Las Palmas de la época. Sobre el asesinato de Fajardo ve la luz otra publicación, Las cartas boca arriba, de Carmelo Martín, donde definitivamente trata de desvelar el verdadero móvil del asesinato.

En la edición del 28 de octubre de 1885 del Diario de Avisos se da cuenta de que en la Excelentísima Audiencia del Territorio se va a celebrar juicio oral de la causa instruida contra Antonio María Cabrera, vecino de Tías, en la isla de Lanzarote, por el delito de homicidio en la persona de Manuel H. Martín, de la misma vecindad. El Ministerio Fiscal estará representado por el letrado Juan Ramírez Doreste, siendo el defensor del procesado el joven letrado Agustín Millares y Cubas, que hará su debut en dicho juicio oral.

El Telégrafo, diario de la tarde, en su edición del 31 de octubre del mismo año, hace referencia a la celebración del juicio y a que la numerosa concurrencia que asiste sale complacida del brillante debut y de las grandes dotes de oratoria que posee el joven Millares. En el Diario de Avisos del 4 de noviembre se informa de los 12 años y un día impuestos al autor del crimen, así como el pago de las accesorias costas e indemnización de 1.000 pesetas a la viuda.

En plena celebración de las novenas del mes de mayo, en tiempos del cura Fortunato Pereyra, al finalizar una de las novenas que se le rendían a la virgen de Fátima, con flores y velas, alguna se debe de quedar mal apagada y debe de prender sobre algún mantel u otro producto inflamable. La desgracia hace que la combustión se produzca en la zona del altar, propagándose el fuego entre diversos objetos que extienden rápidamente las llamas, causando grandes desperfectos.

Con fecha 17 de enero de 1837 se da cuenta en las correspondientes actas de la Administración de la Vista seguida contra Carlos P., declarado prófugo, por la causa criminal con resultado de muerte violenta del también vecino de Tías, Juan Ignacio G.