Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
José Francisco González González, Maestro Fefo
José Francisco González González, más conocido como Maestro Fefo el de Matías, nace en La Asomada. Es el menor de once hermanos. Su padre también fue albañil. Quedó huérfano a temprana edad, pasando a depender de un hermano mayor, Casiano.
Con apenas catorce años, en plena Guerra Civil, con las penurias de la época, acompañado de su padre, se traslada al barranco de Las Pilas, en las estribaciones de Los Ajaches, donde se dedican a sacar cantos para hacer pilas para destilar. Allí se construyen una choza, utilizando aulagas cubiertas con sacos como colchón y una manta para matar las noches de frío.
El oficio de realizar pilas para destilar el agua era bastante duro. Todo comenzaba por garantizarse una buena materia prima. Esto se aseguraba con las cualidades del lugar, que proporcionaba un material poroso. Luego había que extraer la pieza de piedra en perfectas condiciones, utilizando barra, marrón, pico y cuña. Y luego comenzaba el proceso de labrado y pulimiento hasta dejar la destiladera lista.
La comercialización de las pilas corría a cargo de Cristóbal Valiente, vecino de Tías afincado en Playa Blanca, donde poseía comercio y un pequeño camión con el que hacía la ruta desde Playa Blanca hasta Arrecife, pasando por todas las tienditas del recorrido, tanto en la ida como en la vuelta. El precio de cada pila laboriosamente trabajada estaba en torno a las cuatro pesetas. En alguna ocasión hicieron frente a un sustancioso encargo de más de cien pilas. Las provisiones se las agenciaban en la venta de Cristóbal, en Playa Blanca, hacia donde se desplazaban a pie. A La Asomada iban de tiempo en tiempo caminando por la orilla del mar, atravesando la Playa del Pozo, en dirección a Playa Quemada.
A finales de los 60, Maestro Fefo se traslada a La Caleta de Famara, a trabajar de lleno en la albañilería y se asocia a Manuel Bermúdez. Luego adquiere en la Villa de Teguise una calera con hornos y piedra de cal destinados a obtener cal blanca para albear las casas, llegándola a distribuir por varios puntos de la isla hasta que este producto fue sustituido por el cemento y las pinturas acrílicas. Se puede afirmar que Maestro Fefo fue el último empresario que trabajó y comercia- lizó la popular cal blanca que dio color a esta isla y que se usó también para aplicaciones desinfectantes.
Por estas mismas fechas, y aprovechando las primeras construcciones turísticas que se hacían cerca del hotel Los Fariones, centra su actividad en esta zona junto con sus hijos. Además, Maestro Fefo, que ya es un consolidado constructor, coge de remate una importante obra en Arrecife, que abarca una manzana completa, en las inmediaciones del parque Simón Bolívar.
A principios de los años ochenta, junto a tres socios, monta una fábrica de construcción de bloques en una parcela de unos 5.000 metros, en el límite de los municipios de Tías y San Bartolomé. Así nace Industrial Canaria de Forjados que, en los años y momentos de mayor demanda de materiales de construcción, dio empleo a medio centenar de trabajadores y llegó a funcionar en tres turnos de trabajo para atender las necesidades de la clientela.