Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
Antonio Camacho y Peregrina Hernández (12 hijos)
A Antonio le toca vivir de lleno la Guerra Civil. Pierde a un hermano en el Frente de Teruel. Antonio se hizo mantenedor de la familia y regresa con heridas de metralla. Al principio, este matrimonio se dedica a la agricultura, realizando tierras de medias y a construir su casa poco a poco.
La proximidad de la materia prima, sus habilidades para la cantería y albañilería, facilitan que autoconstruya el hogar para su enorme prole. La casa de Los Camacho está en el Camino del Callao, al pie de la montaña de La Asomada.
Será la albañilería por donde opte Antonio, compaginando esa labor con sus tierras de labranza. En la construcción trabaja inicialmente de peón, y luego de maestro albañil. Participa en la construcción de varias obras, entre ellas la construcción del viejo Aeropuerto de Guacimeta. Hasta allí se desplazaba cada día desde de La Asomada en bicicleta.
Llamado por el auge de la industria conservera en Arrecife, Antonio participa en la construcción de la fábrica y viviendas para empleados de Lloret y Linares. Primero lo hizo como albañil, y luego llegó a ser encargado de personal. En esta empresa permanece hasta su jubilación. Inicialmente, durante su larga estancia en Arrecife solo subía a La Asomada los fines de semana, para ayudar al resto de la familia en las labores del campo. Paralelamente, Antonio se había construido una casa en Arrecife a inicios de los sesenta y cierto día plantea a la familia irse a vivir para El Puerto o quedarse en La Asomada y comprar cabras y ovejas. La mujer ganó la “votación”, junto al resto de los chicos, y la casa del Puerto se quedó para entresemana, ayudados por las hijas mayores, que le hacían de comer.
Tras su jubilación, Antonio se dedica de lleno a trabajar el junco. Esta actividad artesanal la había aprendido de su madre y de una tía y, al disponer de todo el tiempo, cuidaba con esmero, en la montaña de Diama, los juncales para confeccionar cestos, balayos, zarandas, etc. Por esta faceta artesanal recibiría por parte del Ayuntamiento su merecido reconocimiento. Por último, citar que la boda de una hija de Antonio con un Betancort, congregó a cerca de dos centenares de familiares directos de ambas
familias numerosas de La Asomada.