Pregón de Tías 1997

Publicado: 6 julio, 2015 en Pregones de Tías

Fuente:
Archivo de: Óscar Torres Perdomo y Jesús Perdomo Ramírez

Pregón de las Fiestas de Ntra. Sra. de La Candelaria
Tías 1997
Por: Francisco Perdomo de Quintana

Hace ya cerca de dos años, en 1995 recibí del Alcalde de Tías y de su concejal de Cultura una amable invitación para pregonar las Fiestas de Nuestra Señora del Carmen. Admito que tal requerimiento me sorprendió. Primero, porque conocían los ediles mi resistencia a protagonizar actos de naturaleza pública, y segundo porque había dedicado mi existencia al mundo del Derecho y no al conocimiento de la historia de los pueblos.
Pese a mis iniciales reticencias, al final acepté el reto y debo admitir que fue una gratificante experiencia No sólo porque me obligó a hacer mis primeras incursiones en la investigación histórica de las costumbres y tradiciones de un pueblo, el de Tías, que siempre he llevado y llevaré en lo más profundo de mi corazón, sino también porque las muestras de generosidad y afecto de las gentes hacia mi persona fueron hartamente halagadoras.

Tal vez por ello, en esta ocasión, cuando se me reiteró la invitación para pregonar, en este caso, las Fiestas de Nuestra Señora de La Candelaria, apenas puse reparo. Además, otras tres razones, también de índole sentimental, pesaron poderosamente en mi ánimo para aceptar el compromiso. La primera, mis largos veraneos en Masdache, uno de los pagos más señeros de este municipio, durante mi infancia; la segunda, las asiduas visitas que siendo niño hacía a este pueblo, acompañando a mi difunto padre, don Pancho el médico, como popularmente se le conocía, que ejerció su profesión aquí, en Tías, durante varias décadas; y la tercera, mis doce años de ejercicio ininterrumpido al frente de la Secretaría del Ayuntamiento de este municipio, tiempo durante el cual asistí a la radical transformación de su economía, tras el espectacular desarrollo turístico del que hemos sido testigos en los últimos tiempos, y en el que estreché lazos, para mí inolvidables, de amistad con muchos de sus habitantes.

Comenzaba mi anterior pregón en Puerto del Carmen con una sabia y conocida sentencia que asegura que «el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla». Hoy quiero comenzar con otra frase no menos popular pronunciada poco antes de ser asesinado el presidente de Chile, Salvador Allende: «La historia es nuestra y la hacen los pueblos».

Existen bastantes testimonios documentales que dan fe de la historia de este municipio desde su segregación del de Teguise, allá por el año 1796 hasta nuestros días. No obstante, comprenderán ustedes que la lectura de un pregón no sea la ocasión más a propósito para extenderse en pormenores. Me contentaré, por ello, con un esbozo que, aunque apresurado, somero y a vuelapluma, permita captar la esen¬cia de esta historia.

Hoy en día, Tías es un próspero y cosmopolita emporio turístico que, pese a las influencias foráneas a las que se ha visto sometido, por la impresionante multitud de visitantes que acuden hasta él cada año procedentes de todos los rincones del planeta, ha sabido salvaguardar, si bien precariamente, su tradicional alma rural. Un sabio proceder en el que se debe persistir, pues le va en ello la supervivencia de su identidad.

Ya en el periodo comprendido entre 1793 y 1806, don Francisco Escolar Serrano, en su «Estadística de las Islas Canarias», decía que los terrenos de Tías «producen abundantes cosechas de grano y vino, y las mejores frutas y legumbres de la isla». Y atribuía estos dones a que «cubierto casi todo de arenas y escorias volcánicas negras, filtrase por ellas las aguas llovedizas y se conserva por mucho tiempo la humedad y frescura necesaria para la vegetación de las plantas». Y precisamente dicha laboriosidad rural era para este autor la causa de que Tías fuera de «los pueblos más sanos de la isla por vivir separadamente y en el campo la mayor parte de sus vecinos», Algo que en otros pagos de Lanzarote no ocurría, según Escolar Serrano, «por estar casi todo su vecindario reunido en población arruada y tener, por lo mismo, mayor proporción de cometer excesos perjudiciales para la salud».

Tenía Tías por estos tiempos 1.340 habitantes que cultivaban principalmente trigo, cebada, centeno, millo, garbanzos, habichuelas, papas, verduras y hortalizas, higos pasados, pasas, azafrán, barrilla, algodón, vino y aguardiente. Había también una importante cabaña ganadera caballar, camellar, asnal, va-cuna, lanar, cabría y de cerda.

Cuarenta años después, en 1845, las labores agrícolas y pecuarias de los vecinos de Tías, cuya población se había incrementado en 500 personas, seguían siendo las mismas. Y así lo constataba don Pascual Madoz en su «Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de España y sus posesiones de Ultramar’, en el que se hace un encendido elogio de las austeras virtudes del campesino de Tías. «El terreno muy árido y de secano», refería este autor, «en general, es de regular calidad, al que la laboriosidad de sus habitantes hace producir, aunque sea corto el invierno, buenas cosechas», enumerando a continuación los mismos frutos y animales que Escolar Serrano.

Tampoco había cambiado ape¬nas la situación en el municipio dos décadas más tarde, como se comprueba consultando el “Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas las Canarias», que nos legó en 1864 el celo y la diligencia de su autor, don Pedro Olivé. La única variación contrastada es el aumento del vecindario en 300 habitantes de los cuales 814 eran jornaleros del campo.

Y así de invariable prosiguió el curso de la historia de este municipio.

Tan sólo la introducción del cultivo y exportación del tomate perturbó sustancialmente dicho monótono devenir, hasta el punto de que, en este fruto, descansó la economía de Tías durante algún tiempo. «En las tías de Fajardo», aseguraba el historiador lanzaroteño don Agustín de la Hoz en su inolvidable obra ‘Lanzarote’ para el hombre y la mujer no hay más piedra filosofal que el tomate, base fundamental de su prosperidad”.

Pero todavía debieron transcurrir unos años para que la verdadera revolución económica de Tías se produjera, Ello ocurrió a fines años 50, cuando «la sociedad de capital belga Plalanza, S.A. adquirió más de 370 hectáreas en la costa de Tías, con el objeto de especular con dichos terrenos, cara a la producción de un espacio de ocio», como señala don Jorge Ezequiel Acosta Rodríguez en su excelente obra «El modelo de desarrollo económico del municipio de Tías». Lo que pasó a continuación es de sobras conocido por todos ustedes.

El reciente esplendor turístico de Tías transformó por completo la economía de este municipio. Hoy la riqueza procede del turismo; pero afortunadamente el municipio, como dije al principio, conserva su original esencia rural. Aunque precariamente, la belleza paisajística de sus campos, obra del titánico esfuerzo de generaciones y generaciones de campesinos, todavía pervive. Y es obligación de todos nosotros que así siga sucediendo. Esta es la historia que ha hecho el pueblo de Tías. Y Por ello, como dijo Allende, es la historia que le pertenece.

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