La Tiñosa- La gran desconocida

Publicado: 13 mayo, 2015 en Historia, La Tiñosa

La Tiñosa- La gran desconocida

Fuente: Diario de Las Palmas. 1 de Julio 1959 – pág.4
Por AGUSTÍN DE LA HOZ

Desde las inacabables tomateras de Mácher, alcanzo El Cercado, caserío pequeño que está extraviado por el camino que lleva a La Tiñosa, y que tienFariones-2e al poniente la brava maleza del Rompimiento y al naciente la fuerza principal de los tomatales más próximos a la costa. Paso a pasito, llega uno a La Tiñosa, que se derrama sobre La Pila de La Barrilla, a pocos centenares de metros hacia el Sur, a partir de donde están los seis mil metros cuadrados que acaba de adquirir un extranjero.

¡Eso, querido Director, para que duden por ahí de nuestro porvenir turístico! Por lo visto y oído el mundo quiere tener su parcelita en Lanzarote, enjabelgando de cal a los mojones para que se sepa bien claro que tal cual tramo de playa es de un suizo, o del más pícaro. ¡Entretanto nosotros permanecemos en babia! Y solo nos preocupamos de cosas tan infantiles como esa tremenda bobería de andar sacando los nombres locales de sus propios fines y principios; porque sabrá, respetado Director, que ya el significativo y pintoresco toponímico Tiñosa no gusta, aunque la verdad sea de que solamente no gusta a dos o tres de afuera de La Tiñosa, porque alegan la simpleza de que nombre indocto y falto de decoro, ¡Aupa con el decoro, querido Director, que es cosa de almas buenas! Yo desconfío de que los tiñoseros acepten llamarse, así de repente, nada más ni nada menos que “vírgenes cármenes”, apelativo de difícil entrada en la jerga tiñosera ya que otros como Barcelona, Bonn, o Coimbra, no tienen lugar en su reducida lista de geografía política. Yo creo que los tiñoseros nada quieren saber de esos cambios “ad líbituum”, porque no ven otra causa en el sentenciado nombrecito sino la denoinación más elocuente para designar el lugar donde en otros no muy lejanos, hubo esa enfermedad parasitaria de la piel craneal. ¡Y eso no es indocto ni indecoroso porque la tiña con que Dios prueba a su pueblo puede ser causa de su mayor gloria! Lo gracioso es que en todo el Archipiélago existe esta sola Tiñosa, y si nos la borran del mapa pasará como con Puerto de Cabras y con La Aldea de San Nicolás, desaparecidos toponímicos sobremanera significativos y muy propios de cada respectivo lugar.
El caserío de La Tiñosa tiene la particularidad de ofrecer al observador poco sagaz, menos habitantes de los que en sí tiene. Siempre se ha tenido e La Tiñosa un conceptoFariones-1 descalabrado, porque respecto a tan simpático pueblo playero se han tejido mil disparates al abrigo de su relativa distancia, incontaminada, con su secreto vital, su belleza profunda, y su elemental cordialidad. De Tiñosa se ha dicho que es retrógrada, partidiaria del bacanal, y enconada enemiga de la civilización, pero estos asertos no pasan de ser menos alegatos de quienes todavía tienen que aprender de este pueblo laborioso, que apenas hace unos días, como quien dice, comenzó a ir a la escuela.
Es La Tiñosa un caserío de 800 habitantes en su integridad pescadores de bajura, que durante la zafra corvinera se ausentan por seis meses a bordo de los barcos de Arrecife, y el otro medio año los dedican a sus barquillos y chinchorros trabajando así continuamente y al contrario de los demás roncotes que como los torreros, seis meses están en el mar y seis disfrutando de la tierra.
En La Tiñosa existen algo más de quince cantinas, que se multiplican por dos el 16 de julio día de la Reina del Mar, en la que depositan su fe y su esperanza. ¡Día grande en La Tiñosa es el que dedica la Iglesia para honrar a la Virgen del Carmen! Cabritos tiernos como el queso, que encoge el corazón por comerlos recién nacidos; olorosa carne de cochino, compuesta con aromáticos condimentos del país; el pescado frito, entero sobre los mostradores, con los ojos redondos y achicharrados; los roscos y muñequitas de pan, que huelen a un kilómetro alrededor; y vino, mucho vino, vino a granel, que termina saliendo a la calle, emborrachando el ambiente festero, hipando, trasteando. Después, la procesión del mar en la que toman parte los tiñoseros y números romeros de los pueblos más cercanos. Suenan los voladores, se voltean las dos campanitas, y en la mar brillan las velas latinas que cortejan a la embarcación de la Virgen. Hay plegarias en alta voz, hay promesas, hay lágrimas… “’Viva la Virgen del Carmen! ¡Viva la Madre de Dios! ¡Viva la Patrona del Mar!”. Y surgen los patrones que, como aquel “Rey del Chopo”, arrojan caramelos al océano para festejar también a los hermanos peces, que decía San Antonio. Algunos marineros, ebrios de alegría, se tiran a las aguas revueltas, como toda su ropa y así acompañan a la Santísima Virgen hasta que hace su entrada en la ermita, que por cierto no tiene sino un pedazo de techo, quedando la mayor parte del templo a la intemperie.
Hace años el jolgorio resultaba pintoresco, pues es de dominio público que las tiñoseras bebían a la par de sus varones y que, una vez cargadas, arremetían contra los roncotes nada más que por una distraída mirada hacia la mocetona mejor comparada en el lugar. Entonces, las voladas resultaban verdaderas batallas campales entre cónyuges, no llegando la sangre a la Pila de La Barrilla, porque todo siempre quedó en roturas de trajes y camisas.La Tiñosa
Después de una tregua, los contendientes se iban más enamoriscados hacia sus casas de donde, invariablemente, habría de salir para las próximas fiestas marineras un nuevo chico.
En el trabajo un roncote tiñosero es superior a los demás roncotes, viviendo siempre cara al mar, dominándolo, con el objeto de sacar de él los más abundantes beneficios. Por la pericia con que gobiernan, desde niños, a los barquillos de vela latina, son designados enseguida como patrones de lanchas cuando se embarcan en los viejos barcos costeros de la capital, y ahí tal vez esté su éxito como causa esencial de su gran vocación.
LA mujer de La Tiñosa es fuerte, gruesa, colorada y, de gran salud. Su trabajo, hasta hace poco, consistía en la cura del pescado que sus hombres capturaban durante los seis meses de permanencia en tierra.
Pero ahora se dedica a trabajar en el envase de tomates, oficio para el que se ve están hartamente capacitadas por lo mucho que rinden y lo poco que se cansan. Son excelentes cantadoras, a grito pelado y las cosas del mar se funden de tal modo en su voz, que ésta parece entre ellas el talismán de sus propios corazones. Las tiñoseras sienten un profundo desprecio por el índice de cosméticos y demás exornos femeniles con que se endulceran las mozas de los demás pueblos insulares; y les gusta vestir de vivos colores sin preocuparles jamás que tal cual zagalejo les caiga bien o no.
El pueblo de la Tiñosa es de espontáneo gracejo y en mutua narración se miente a si mismo con la mayor infantilidad, fantaseando las cosas, exagerando los sucesos, o inventando asuntos capaces de erizar los pelos al más atrevido lobo de mar. Las tardes de La Tiñosa son tranquilas, matriarcales, en las que una mujer, tan arrugada como las manos de los roncotes, es el centro de la tertulia familiar.
Tiene La Tiñosa excesiva cantidad de perros y gatos, que andan buscándose la vida por las callejas, con una libertad tan libérrima que hasta las propias gaviotas los envidian.
Los perros de LA Tiñosa son más insolentes que los gatos, y hay veces que miran a uno con despectivo gesto, sin ladrar, como bostezando de puro fastidio.
¡Y cosa curiosa, querido Director, aquí en La Tiñosa se conserva pura y estrictamente el consejo del Arcángel Rafael a Tobías, cuando en compañía se comieron el célePuerto Carmenbre pez, excepto el hígado y el corazón.
Los tiñoseros ahuyentan el demonio quemando un hígado y el corazón de pescado en la habitación del que padezca posesión maligna, y por eso dicen ellos que de tanto quemar hígados y corazones el demonio debe estar a muchas leguas de La Tiñosa. No olvide, señor Director; que Ecbatana hizo lo mismo para ahuyentar al terrible demonio Asmodeo que subyugaba a Sara. ¡Todo en este mundo se repite, aunque sea en esta olvidada y nunca bien entendida bellísima Tiñosa, la bien guardad.
Porque La Tiñosa es, y el tiempo lo dirá, pese al olvido y abandono que sobre ella han ido acumulando los años pasados, uno de los parajes más originales de Lanzarote, susceptible de ganar para esta isla los más audaces y ambiciosos planes turísticos. En primer lugar se hace urgente la expropiación de una franja litoral, desde la Playa de Los Pocillos hasta el caserío de Cagafrecho, para asocar con árboles esa extraordinaria playa, casi clásica, que no ha de tardar mucho tiempo para que la vea quien quiera repoblada de grandes parasoles, que bien pudieran ser de paja, formando exóticos conos a modo de costa hawaiana. Ni que decirlo habrá que hay árboles que pueden crecer en este erial costanero, y que cuando esa arboleda se encare con las arenas volantes, y las detenga, las encauce, esta parte del litoral de LA Tiñosa será un bello reducto de intimidad colectiva.
Y otra vez tierra adentro querido Director, porque voy hacia Las tías de Fajardo, de donde desapareció aquella bendita campana que usted reclamó, en primera página, hace seis años.

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