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Fuente: El Postigo de Tías
Por Juan Cruz Sepúlveda
Marcial Hernández Déniz y Guillermina Saavedra Aguiar (11 hijos)
Este matrimonio, de comienzos de siglo, tuvo 11 hijos. Primero vivían en el camino de Los Llanitos y luego en Los Llanitos de Mácher, al norte del camino de Los Olivos. En torno al 1915, Marcial monta una zapatería en su casa. En ella trabaja su mujer Guillermina Saavedra y, más tarde, sus hijos, que desde pequeños ayudan al patriarca de una larga saga de zapateros.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Tomás Hernández y Victoria González (11 hijos)
Los Hernández González son otra de las familias numerosas que residen en La Asomada y que, junto a las otras tres existentes, justificaban con sus hijos la presencia y necesidad de un maestro de escuela en La Asomada a mediados de los cincuenta. Con estas cuatros familias y otras más garantizaban la ratio suficiente, para que en este pueblo se construyese una de las primeras escuelas públicas.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Rafael Hernández y Antonia Álvarez (11 hijos)
Rafael Hernández Montelongo y Antonia Álvarez Saavedra forman una familia de 14 miembros de los que sobrevivieron 11. Su casa estaba en Mácher Bajo, junto a los Hernández y a los Duarte.
En el año 1957, ante las penurias y las escasas posibilidades que ofrecía la isla, toda la familia decide trasladarse a Gran Canaria a la zafra del tomate, atraídos por un captador de braseros, toman el correillo La Palma y se llevan hasta la cabra y el perro.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Antonio García y Dominga González (12 hijos)
Este matrimonio, natural de La Tiñosa, tuvo 12 hijos, once varones y una hembra, y siempre vivieron en este pueblo con vocación marinera. Antonio siguió los pasos de sus progenitores y, apenas cumplió la edad requerida, se enroló en los barcos que iban a la pesca de la corvina en el banco pesquero sahariano.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Domingo Díaz y María González (14 hijos)
Esta pareja se casa muy joven, él con 18 y ella con 15 años. Procrean 14 hijos. Primero viven en las casas de Cabrera (Bajamar) y luego se trasladan a Los Afrechos, donde vive la prole numerosa de María y Domingo.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Antonio Camacho y Peregrina Hernández (12 hijos)
A Antonio le toca vivir de lleno la Guerra Civil. Pierde a un hermano en el Frente de Teruel. Antonio se hizo mantenedor de la familia y regresa con heridas de metralla. Al principio, este matrimonio se dedica a la agricultura, realizando tierras de medias y a construir su casa poco a poco.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Mateo Betancort y Andrea Ramos (15 hijos)
Este matrimonio de La Asomada llegó a procrear 21 hijos, de los que consiguieron sobrevivir 15. Mateo es un joven agricultor que a la temprana edad de 17 años es alistado a filas y a la vuelta aprendió el oficio de carpintero, profesión que ejerce a lo largo de su vida en un pequeño taller junto a su casa, con escasas tecnologías. Combinó esa profesión con las labores del campo de la época, tomates y cebollas, y la asistencia sanitaria primaria al vecindario.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Francisco Batista y Antonia Robayna (15 hijos)
La Tiñosa es el otro pueblo significado por tener familias numerosas. La tradición del hombre de la mar embarcado ocho o nueve meses alimentó el dicho de que “mientras se cría a uno el otro viene en camino”. Francisco Batista había estado afectado de la enfermedad de polio en su niñez, lo que le había dejado secuelas en una pierna, de ahí que fuese conocido cariñosamente como Paco el Cojo. Desde temprana edad se había enrolado en los barcos que iban a la pesca a Cabo Blanco con varios armadores de Arrecife. Así, entre la vida en el mar y las estancias en tierra, la familia Batista Robayna va creciendo en pleno centro de La Tiñosa.
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Ramón Álvarez y Julia Bermúdez (13 hijos)
Los Álvarez Bermúdez vivían en una casona aislada que se encuentra en el Camino de Bilbao, cerca del Barranco del Obispo, rodeada de viñedos y que Amelia, una de sus hijas, lo describe en la siguiente poesía:
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Por Juan Cruz Sepúlveda
Historia familiar
A mediados del siglo pasado era muy frecuente encontrar familias con una composición superior a la media docena de hijos. Era una tradición de tiempos anteriores, como la familia Stinga Parrilla, que a principios del siglo XX contaba con 12 vástagos. La estructura económica agraria y de subsistencia condicionaba la necesidad de muchos brazos para trabajar, tanto en el campo como en la mar.
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HISTORIA DE TÍAS 